lunes, 2 de enero de 2012

Capítulo 11 - Reírse de la policía, es cosa fácil.

Kevin, Zack y Francis estaban en la misma posición en la que estaban desde que habían entrado, solo que ahora miraban la puerta por la que había salido el agente Ferruiman tras terminar el interrogatorio. Jericó no tardo en atravesar esa misma puerta.

-¿Y bien? ¿Qué tan importante es lo que os ha dicho? – pregunto nada más entrar.
-Muchas cosas. Dijo que les había escuchado hablar sobre una trampa. No dijo de que exactamente – respondió Kevin.
-Pero lo más importante es que dijo que estuvieron hablando sobre su cuartel. Esta en la calle Spencer número 3 – intervino Francis.
-¿De verdad?
-Ajá – respondieron los tres al unísono.
-Llamaré a los coches patrullas y ahora mismo vamos para allá. – dijo Jericó mientras se daba la vuelta con prisas.
-Creo que estará contento contigo, zumbao – rió Zack.
-Claro que sí. He hecho lo que mejor se me da ayudar – cortó este sonriente.
-Se refiere a que por fin le has servido para algo – rió ahora Kevin.
-Seréis…


Llegaron de nuevo a la casa de Laura. No les habían llamado porque no cogían el teléfono, Francis por lo menos ya no creía que le habían azorado. Se pusieron a ver la televisión, cuando de repente, una ráfaga de viento hizo volar papeles del dormitorio de Laura. Francis y Kevin fueron a recoger los papeles que se habían caído. Kevin se agacho para recoger una hoja, y cuando se levanto golpeo accidentalmente la mesita, tirando uno de las fotos de Laura.

-Ups – dijo Kevin al ver el marco en el suelo.

Francis se acerco y lo recogió. Observo la foto, en la que salían Laura y Luther con paisaje de fondo del mar. Francis se quedo observando detenidamente a Luther, le sonaba de algo, de algo, de algo… ¡de algo!

-¡El agente Ferruman! – grito de repente.
-¿Qué?

Kevin se acerco a ver la foto con Francis, al igual que Zack, que había oído el grito.

-¿El agente Ferruman es un amigo de Laura? –pregunto Zack observando la foto.
-¡No! Esta es una foto de Luther y Laura – explico Francis.
-¿Luther? ¡Déjame ver! – dijo Kevin quitándole bruscamente el marco de la foto a Francis – El mismo color de ojos, el mismo color de pelo y con un pelo revuelto. Quizás, son hermanos o algo así. Son simples cosas, no son totalmente iguales.
-¡Mira! – dijo Zack señalando la pulsera que unían Laura y Luther – El agente Ferruman tenía una igual a la de Luther. El mismo diseño, el mismo color, el mismo lado del lacito y en el mismo brazo.
-Esto… esto significa… - tartamudeaba Francis.
-¡Que nos han tomado el pelo! ¡Se ha reído de nosotros en nuestras narices! – intervino Kevin furioso.
-¡Les han tendido una trampa a la policía! – gruño Zack - ¡Hemos hecho que caigan en una trampa! Esto es guay pero no debería de celebrarlo ¿verdad?


-¿Estás lista? – pregunto Johan mientras agarraba el enchufe de la máquina.
-Sí – dijo tragando saliva de forma dificultosa.
-Vale.

Desconecto el aparato. Laura miro como su padre pestañeaba levemente repetidas veces.

-Hola papá – dijo sentándose a un lado de la cama.
-¿Qué hago aquí? – pregunto con dificultad.
-Es un gusto conocerle, el gran William Tyler. Siento ser tan directo, pero necesitamos saber de que hablo con Killer. Pensamos de qué podría tratarse de una conspiración – dijo directamente y sin rodeos Johan.
-Encima esto, Johan – mascullo Laura mirándole mal.
-Vaya. Me gusta que sean directos – dijo William mirando a Johan, para luego mirar hacia Laura – Te lo había dicho, Laura. Te lo había dicho y mira lo que ha pasado.
-Sé lo que me vas a decir. Pero no es culpa suya – dijo ella a la defensiva.
-Lo de fugarse sí que lo fue – sonrió Johan.
-Pero acabo en la cárcel porque le tendieron una trampa – gruño ella hacia su padre.
-Pero él fue uno de los orígenes de aquel ataque a los policías.
-¿Qué dices? Luther tiene la fuerza de un mono.
-No ha usado la fuerza.
-Y la inteligencia de un babuino.
-¡Laura! Soy William Tyler. Pero soy ante todo tu padre. ¿Te crees que todos estos años no he sabido lo que tienes? – hizo una pausa y miro a Johan – Deberías irte, esto no deberías escucharlo tú.
-Si vas a hablar de que lo puedo hacer, él se puede quedar.
-¿Por qué?
-Porque él también puede.
-Vaya. Laura. Escúchame, ¿vale? Luther también puede.
-Eso es imposible.
-¿Por qué? ¿Por qué no te lo dijera? Porque él bien pudo guardárselo cuando tú no le contaste tu parte.
-No es lo mismo.
-Sí que lo es.
-¡Por favor! – gruño Johan – Estamos aquí por una conspiración. Los problemas familiares para el momento en que usted se encuentre mejor.
-Me caes bien chico – dijo William con una sonrisa – Esta bien. Killer se dejo atrapar solo para vengarse de uno de los asesinos de sus padres. Le dije que había llegado tarde y eso le cabreo. Seguro que después de dispararme se escapo ¿cierto? – miro a Johan y este asintió – Entonces ahora va a hacerlas pagar caras a los policías por jugar con él.
-¿De qué podría ser capaz ese tío? – pregunto Laura.
-De muchas cosas, él sería capaz de muchas cosas.
-¿Hay algo que repita muchas veces en particular?
-Es un tramposo. Por lo que más les gusta a los tramposos son…
-…las emboscadas – continuó Johan – Va a tenderle una emboscada a un gran número de policías. Pero ¿cómo irían a caer fácilmente si tienen que estar buscándolos en distintas zonas?
-¡El testigo! Es verdad, quería preguntártelo – dijo Laura.
-¿El testigo? ¿Qué hay de malo en él? – pregunto Johan.
-No te extrañó que hubiera alguien más atento en la conversación de mi padre y Killer, que en intentar atrapar a los presos – explico ella.
-¿De qué estáis hablando? – pregunto William.
-Papa, ¿viste a alguien escuchando vuestra conversación?
-Pero ¿qué dices? Tú hermano Armando y Luther estaba inconcientes en el suelo. Solo Killer y yo pudimos escuchar nuestra propia conversación.
-Entonces… ¿quién es el testigo? ¿de dónde ha salido ese testimonio? Y si… ¡a mentido para tender la emboscada a la policía!
-Llamaré a Kevin para preguntarle que tal ha ido – Johan saco su móvil y se sorprendió – tengo siete llamadas perdidas de Kevin.
-Yo diez de Francis – dijo Laura mirando el suyo.
-Algo malo a tenido que pasar – dijo William – Por cierto, ¿podéis volver a enchufar la máquina? No querría morirme sin haberle partido la cara al Luther del demonio…
-¡Ups! Perdóneme – dijo Johan volviendo a enchufarlo.

William no tardo en volver a caer en el sueño, gracias al suero que volvía a recorrerle las venas. Laura y Johan salieron de la habitación, justo para toparse contra otras dos personas que parecían ir a entrar en la habitación.

-Tenga más cuidado, enfermera – gruño uno de ellos confundiendo a Laura.
-¿Enfermera? ¿Quién te has creído que eres? – chillo Laura furiosa y apunto de arder.
-¿Y quien eres tú? – dijo mirándola fijamente.

El hombre que la miraba tenía el pelo rubio, los ojos azueles pálidos y una sonrisa torcida marcada en sus labios. Tenía una chaqueta con la capucha subida, con una gorra por debajo de esta, aunque se le podía ver perfectamente. No se le daría bien eso de pasar desapercibido. El otro de al lado vestía igual, aunque no se le podía ver, porque agachaba la cabeza. El que miraba a Laura, la reconoció y le dio un codazo a este.

-Mira quien es – dijo riendo burlón.
-Shh – le calló el otro.
-Es Laura. El otro no sé quien es – le susurro acercándose a su oído.
-Shh.
-¡Hazme caso o le digo quien eres! Ah… espera. No me acordaba de que si hablabas te reconocerían.
-Tsk.
-Perdón, la he cagado otra vez.
-¿Quiénes sois? – pregunto Johan.
-Yo me llamo “no te lo diré” y él se llama “no te lo dirá”. ¿Y tú? – respondió el rubito con una sonrisa con sorna.
-Soy el detective Johan y será mejor que te dejes de idioteces y me lo digas, a no ser que quieras irte a la jodida cárcel por reírte de la policía.
-Los policías son unos vagos – mascullo Laura.

El otro rió levemente al oír el comentario de Laura. Ella se cruzo de brazos e intento traspasar con la vista, la capucha.

-¿Y a ti que te pasa? – gruño ella.
-Ya da igual – dijo este quitándose la capucha.

Johan miraba sorprendido, mientras que Laura a su lado se desmayo.

-¿Qué haces aquí? – pregunto Johan sosteniendo a Laura.
-¿No puedo ver a mi, próximamente, difunto suegro?

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