Francis se encontraba en su escritorio de la comisaría leyendo algo parecido a un pequeño libro que se llamaba “Guía de cómo ser un buen poli”. Sonreía al leer cada línea, ya que está, que primero no leía muy bien y no lo entendía, mientras que podía decir “¡Eso ya lo he hecho! Bueno… lo ha hecho Laura, ¡pero yo la he ayudado!” Fue entonces cuando reconoció al policía que entraba por la puerta de la comisaría.
-¡William Tyler! – Francis saltó de la silla para ponerse de pie enseguida.
-¿Tú quién eres? – preguntó él con una ceja alzada.
-Yo soy… esto… - ¿Se había olvidado de su nombre? – Me llamó Francis y… ¡soy el compañero de Laura!
-Ah… Ella ya me dijo algo sobre eso. ¿Tú te cargaste a Killer, no chaval? – dijo él echándose a reír con dificultad. Aún le dolía el balazo que había recibido.
-Sí. ¡Pero fue sin querer! – gritó Francis como si hubiera hecho algo malo, mientras daba un golpe en la mesa con las manos.
-¿Sin querer? – William estaba cada vez más confuso con el chico.
-S-sí – Francis se dejó caer en la silla.
Laura entró segundos más tarde por la puerta y Francis tuvo que volver a levantarse con rapidez de la silla. Estuvo a punto de saludarla, pero ella tenía cara de pocos amigos en ese momento y miraba muy mal a su padre.
-¡Te dije que no podías salir de la casa! – gruñó Laura poniéndose frente a él.
-Si me llaman de la comisaría para un caso urgente, ¡si que puedo venir! – le recriminó William golpeando con un dedo la mesa de Francis.
-¡A mi también me han llamado! No hace falta que tú también estés aquí ¡Por el amor de Dios, papá! ¡Que te han disparado! – volvió a gritar ella haciendo aspavientos con ambas manos.
-No es nada…
-¡¿Qué ‘no es nada’?! ¡No claro que no! ¡Solo es un balazo que casi te mata! Si ese día te lo hubieras cogido libre como te dije, no te habrían disparado – Laura estaba a punto de echar humo por las orejas y eso asustaba a Francis.
-¿Qué? ¡Nada de esto hubiera pasado si me hubieras hecho caso cuando te dije que ese noviecito tuyo era muy sospechoso!
-¡Deja a Luther quieto! ¡Ya tengo bastante con que él tenga que estar en la cárcel por cómplice!
-Lo dejaré si me da la real gana.
Francis se sentó en la silla viendo como padre e hija discutían. Pero se volvió a levantar otra vez cuando Zack fue el que entró en esta ocasión por la puerta, seguido de otro hombre que no conocía de nada.
-Esto… ¿qué haces aquí? – preguntó Francis ignorando la discusión.
-William Tyler, ¿qué demonios haces gritándole así a la dulce Laura? ¡Que por cierto si que ha crecido desde la última vez! – el hombre que había entrado detrás de Zack se acercó a ellos.
-¿Quién es? – susurró Francis a Zack.
-Es Zachary. Mi padre – contestó él con cara de indiferente.
-¿Tú padre?
-Sí. Volvió ayer de lo que él me ha confesado que era una misión secreta. ¿Te lo puedes creer? ¡Ve que salgo en las noticias y me confiesa que es un agente secreto que ha trabajo con William Tyler y que es el padrino de Laura!
Francis intentó recapacitar un momento tanta información que tenía dentro de la cabeza y la que acababa de escuchar. Zack solo miraba las muecas que hacía el chico. Mientras tanto, William y Zachary se ponían a hablar de muchas cosas a la vez, mientras Laura intentaba decirle aunque fuera un “hola” al padre de Zack, que seguía sin entender las muecas de Francis.
-¿Su padrino? – dijo este finalmente.
Zack hizo un suspiro melodramático y asintió repetidas veces.
-¡Increíble! – gritó eufórico Francis (quién sabrá por qué, ya que no tenía nada que ver con él).
-Esto… - Jericó apareció de la nada con Johan a su lado.
-Ya coño… solo falta que venga Kevin y ya estamos todos – masculló Zack.
-¡Jericó! ¡Cuánto tiempo! – Tanto Zachary como William se pusieron a saludar al comisario, que sonreía y saludaba cordialmente a los dos.
-Alguien que pudiera explicarme de que va esto – dijo Johan entrecerrando los ojos.
-¿A ti también te han llamado? – intervino Laura sentándose en el borde del escritorio de Francis.
-Ajá – asintió él poniéndose las manos detrás de la espalda – A mí y a Kevin, pero tenía cita con el médico.
-Pues anda que yo tenía razón – volvió a mascullar Zack.
-¿Para qué nos quieren a todos aquí? – preguntó ahora Francis.
-¿Tú incluido? – recordó Laura – A no ser que no te llamarán porque ya estás aquí… tú no entras en ‘todos’.
-¡Bien! – una palmada bastante fuerte de Jericó hizo reaccionar a todos - ¿Estamos completamente todos? Laura, Francis, Zack, William, Zachary, Johan y… ¿el pequeño que siempre va contigo?
-¿Perdona? ¿el pequeño? Se llama Kevin – gruñó Johan poniendo cara de felino con muy mal despertar.
-Pues disculpa que no este yéndome por las ramas – reaccionó instantáneamente Jericó – Ejem. Lo que quería deciros es que estamos ante un caso muy importante y que debe de mantenerse en secreto – Todos los presentes asintieron y él se decidió a continuar – Hace unas semanas, desapareció el primer guardaespaldas del presidente del país.
-¿Qué demonios…? – todos reaccionaron de igual forma.
-Y… - interrumpió Jericó el alboroto que se iba a formar – A aparecido muerto esta misma mañana – Hizo una leve pausa mientras los presentes se hacían a la idea de lo que acababa de decir – Asesinado.
-¿Cómo puedes demostrarlo? – interrumpió Johan las próximas palabras que pensaba decir Jericó.
-Le dispararon a quemarropa en el corazón y tiraron su cadáver en el bosque escondiéndolo debajo de un montón de hojas secas. ¿Hace falta más aclaración, señor Johan? – contestó Jericó de mala gana – Este caso es uno del que no se debe de saber nada. Principalmente… – miró directamente a Laura - …porque está unido al caso de Killer.
-¿Qué tiene que ver en todo esto? – gruñó Laura sabiendo en donde iba a acabar la cosa.
-Que el asesinato fue realizado bajo una orden suya, dejando una marca de advertencia al presidente. Además, la hora de la muerte indica que murió siete horas después de la escapada de este en la cárcel.
-No me dirás que…
-Luther tiene que saber algo. Tienes que ir a preguntarle sobre este complot contra el presidente.
-No pienso ir. ¡¿No tenéis bastante con que le acuséis de cómplice después de ayudarnos a matar a Killer?!
-No – dijo Jericó rápidamente.
Laura estuvo a punto de abalanzarse sobre Jericó, cuando notó la mano de su padre sobre su hombro intentando pedirle que se tranquilizará. Simplemente agachó la cabeza y se llevó las manos a la cara, para luego darse la vuelta y salir de allí a paso rápido.
-¡Yo no participaré en este caso! – gritó mientras salía.
Pero chocó contra al alguien al salir, al mismo tiempo que Francis aguantaba de forma imposible un chillido muy agudo.
-¡Ups! ¡Perdóname! – dijo el chico con el que había chocado rápidamente mientras sonreía. Luego miró a Francis - ¿Nunca te va a cambiar la voz?
El chico tenía aspecto de ser elegante: tenía el pelo azabache bien peinado, con unos ojos igual de negros que el cabello. Delgado y de tez pálida, era la viva imagen de un ricachón que no tenía un duro.
-Yo… ¿qué… demo-onios haces ¡tú aquí!? – chilló Francis al tiempo que se ruborizaba de forma completa.
-¿Quién eres? – preguntó Laura con una ceja alzada.
-Me llamo…
-¡¡Lárgate!! – gritó instantáneamente Francis - ¡Lárgate y no vuelvas!
-Deberías tenerme más respeto – contestó el otro fríamente.
-¡No! ¡Hasta dentro de tres semanas no te tengo por qué tenerte respeto, Dylan!
-¿Dylan? – volvió a intervenir Laura.
-Sí. Tú debes de ser Laura ¿no? ¡Francis me ha hablado de ti! Bueno, en realidad hablaba en sueños. Tenía pesadillas y gritaba tu nombre y el de un tal Zack.
Francis, rojo como un tomate, se golpeó a si mismo en la frente mientras los demás echaron a reír. Dylan solo sonrió, aún sin comprender la razón de tantas risitas de los demás.
-¿Y… de qué conoces a Francis? – preguntó Laura con una sonrisa, olvidándose por completo de la discusión anterior.
-Es mi hermanastro…
-¡¡Aún no!! ¡Hasta dentro de tres semanas! – gritó Francis señalándole de forma acusadora.
-¡¿Hermanastro?!
Johan, Zack, Jericó y Laura solo pudieron hacer un gesto mientras notaban que estaban al borde de un susto de pánico. Francis solo se mordió el labio inferior, aunque Dylan solo sonreía a Laura.
-Cierto. La boda de tu madre con mi padre. Conmovedor ¿no crees? – dijo Dylan con alegría hacia Francis. Aunque la pregunta fue más directa hacia Laura.
-¡Espera! – gritó repentinamente Johan – Ya recuerdo de que me suenas. ¡Dylan Norris! ¡Ese policía que me daba la tabarra en Venecia cada vez que cogía un caso de su comisaría!
Dylan solo sonreía como si estuviera afirmándolo, sin embargo parecía que lo hacía porque él también le había reconocido.
-Esto es gracioso – empezó a reírse Zack – Mi padre Zachary era agente secreto en Venecia, su amigo William Tyler lo era aquí. Francis es un policía novato aquí, mientras que su próximamente hermanastro lo es en Venecia. Laura es detective aquí y Johan lo es en Venecia. ¿Y Milán? ¿Nadie le da importancia a Milán? ¿O a otro lugar? ¡Creo que el destino está jugando con nosotros y el muy cabrón se olvido de ponerme a mí un compañero de Venecia!
-¡Eh! – Zachary le miró mal – Te dije que no dijeras tantas palabrotas.
-Es la primera del día – dijo Zack con aire de inocente y encogiéndose de hombros.
-Bueno, Francis. Estoy aquí porque venía de visita al lugar donde se van a casar nuestros padres. Pero, ya que estoy, ¡aprovecharé para ayudar! Aunque… ¿alguien sería tan amable de que debo ayudar exactamente? – preguntó Dylan, que más que mirar a los demás, miraba a Laura.
-De eso se encarga tu hermanito. Si es que tú eres el mayor – dijo ella señalando a Francis.
-Por un año - asintió Dylan juntando las manos y girándose a mirar a Francis.
-No puede ser cierto… - murmuró Francis.
-¡Por cierto! ¡Vuelvo al caso! – gritó Laura levantando el pulgar – Francis y Zack… ¡vamos a la escena del crimen! Papá, tú te largas con Zachary. Jericó vas con tu pandilla de vagos y… Dylan se puede ir con Johan.
Este último hizo una mueca de desagrado.
-Este va a ser un caso muy divertido – empezó a decir Zack corriendo hacia donde estaba Laura, seguido por un apenado Francis que ya estaba con cara de echarse a llorar en cualquier momento.
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