lunes, 2 de enero de 2012

Capítulo 3 - Golosinas y sueños. Mala combinación.

-¡Imposible! – chillo Laura mientras veía las cartas que Luther había colocado sobre la mesa de manera que se vieran.
-He vuelto a ganar. Me debes otro beso – decía divertido el moreno mientras la miraba aguantando la risa.
-Joder. Odio jugar a las cartas. Tengo la peor suerte del mundo – replico la rubia mientras tiraba sus cartas a la mesa.

Luther no se aguanto más y soltó una sonora carcajada mientras veía la cara de Laura, quien estaba haciendo un puchero y se encontraba cruzado de brazos mirándole enfadada.

-Vamos. No te enfades y vete a la comisaría – aconsejo Luther.
-Tsk – escupió mirando a otro lado.
-¡Venga! Pero no me odies por así cariño – dijo levantándose de la silla poniéndose enfrente de ella.

Laura apoyo las manos en la mesa y se acercó a él con una sonrisa.

-Creía que nunca te acercarías – dijo ella mientras le besaba.

Luther se separo rápido y luego le señalo la habitación, cosa que Laura entendía como “Vete a cambiarte”. Laura refunfuño un poco y luego se dirigió a su habitación mientras debes en cuando miraba hacia atrás viendo a Luther. Este recogía las cartas de la mesa mientras se reía levemente.

-Siempre le ganó – susurro para si mismo.

Laura salió unos cinco minutos después con su clásica vestimenta; unos pantalones cortos azules que le llegaban a la rodilla, una camisa roja, una chaqueta azul en la que se leía cuando se juntaba “I saw the devil” y como no, unas deportivas.

-¿Qué tal? – pregunto dándose una vuelta.
-Si me preguntas eso todos los días ¿no te has aprendido ya la respuesta? – replico Luther mientras la miraba negando con la cabeza.
-Pues vaya – dijo la detective mientras cogía sus cosas.

Laura miro a Luther y le saco la lengua, seguido, salio del piso mientras reía. Bajo las escaleras hasta que se cruzo con una estudiante que vivía en el piso de arriba.

-Hola señorita Laura – le dijo la chica.
-Hola Lorena – respondió con una sonrisa.
-¿Me puedes hacer un favor si tienes tiempo? – pregunto la estudiante mientras se sonrojaba un poco.
-Depende de que se trate – dijo la rubia mientras sonreía levemente.
-Pues, bueno. A ver, hay un chico que me gusta. Se llama Daniel Breo, que es jugador de fútbol del equipo del instituto. Bueno, lo que quiero pedirte exactamente es si puedes llevarme dentro de dos días, el lunes, al estadio del instituto de “Burlendo”, ya que allí juegan.
-Claro que te llevo. Dime a que hora y yo te recojo – dijo con una enorme sonrisa.
-¿De verdad? ¡Gracias Laura! – dijo saltando a abrazarla y la soltó tras unos largos 10 segundos – A las 19 ¿vale?

Laura asintió y Lorena continuo subiendo las escaleras, bueno, subiendo, estaba dando saltitos de alegría por cada escalón que pasaba. Cuando Laura abrió la puerta se encontró lo que menos esperaba.

-¡Creía que nunca llegarías! – exclamo Francis mientras sostenía en su mano un paquete de gominolas.
-¿Qué haces aquí? – pregunto atónita.
-Buscarte – dijo el castaño ahora con la boca llena.
-¡A mi no me hables con la boca llena! – reacciono la rubia.
-Vale – dijo mientras se tragaba la gominola - ¿Quieres una?

Laura miro la bolsa que Francis le ofreció. Quería una con toda su alma, era una chica que amaba los dulces, pero, cada vez que comía uno, se enviciaba demasiado y se le subía tanto el azúcar que acaba quemando los alrededores. Volvió a mirar a Francis con cara triste y negó con la cabeza.

-¿Qué no quieres? ¡Están geniales! Toda la comisaría tiene un montón de paquetes – exclamo Francis mirando al cielo.
-¿De dónde han salido tantas gominolas? – pregunto la rubia.
-Pues, la fábrica que las hace, va abrir mañana y nos han dado un adelanto a las comisarías por todo nuestro trabajo.
-¿Por vuestro trabajo? ¡Cerráis solo tres casos al mes entre tanto policía! – dijo la detective con cierto tono de superioridad.
-¿Y tú cuantos cierras?
-Bueno, ayer conseguí uno contigo. Así que este mes llevo nueve casos cerrados y aún me quedan cinco días del mes, aunque mi record es de doce casos en un mes.
-¿Doce casos? – pregunto atónito el agente.
-No, ¡mil! No te jode el novato.
-Bueno, déjalo, ¿vale? Vamos a la comisaría, Jericó quiere hablar contigo – dijo el agente mientras se dirigía a su coche.
-¿Por qué en mi coche?
-¿En dónde vamos si no?
-¡¿Has venido aquí sin coche, pedazo de inútil?!
-¡Claro! Vine en autobús.

Laura cerro los puños con fuerza y contó hasta diez para calmarse, no le sirvió de mucho, pero de todas formas se dirigió al coche mientras seguía contando.

No es que tardaron mucho en llegar a la comisaría, pero es que de todas formas, Laura seguía contando y aunque no se diera cuenta, estaba contando una y otra vez del uno al diez, cosa que molesto a Francis ya que ella se enfadaba porque le empezará hablar y la desconcentraba, además, no quería que se calentará, literalmente, a causa de la ira.

Laura entro la primera en la comisaría, sorprendentemente, seguía contando y seguía enfadada. Pero no sé pudo resistir a hacer la burla de la puerta, cosa que molesto de manera increíble al comisario, que estaba en el despacho esperándola.

-¿Puedes dejar de hacer eso? – pregunto Francis quitándole las palabras de la boca al comisario.
-Puedo, pero no quiero – dijo Laura mirando al comisario como si él fuera el que había hecho la pregunta.
-Primero que nada ¿quieres un paquete? – dijo señalando un montón de cajas.
-¿Esto es una broma? – dijo Laura aguantando para no babear.
-¿Quieres o no? – pregunto otra vez más Jericó.

Laura estuvo a punto de asentir, pero solo sonrió y miro de manera dulce y escalofriante al comisario.

-Ni lo pienses – dijo cerrando los ojos.

Francis estaba sosteniendo una gominola delante de su boca, pero al ver aquella sonrisa se le cayó al suelo mientras le miraba con la boca abierta (y no precisamente por la postura de comerse aquella gominola).

-Bueno – dijo Jericó intentando evitar la mirada – Quiero pedirte un favor.
-Hoy es el día de pedirle un favor  a Laura – murmuro mientras se sentaba en la silla, dejando a Francis de pie.
-¿Qué que? – pregunto Jericó mirando por fin a la detective.
-Nada. Sigue, sigue – dijo haciendo un gesto con la mano.
-Quiero que aceptes un…

La frase del comisario se vio interrumpida cuando Francis cayó de repente al suelo, cosa que hizo que Laura saltará de la silla a comprobar como estaba. Le dio la vuelta para verle la cara, estaba perfectamente, pero… estaba roncando.

-¡Esta dormido! ¡Este novato esta dormido! – exclamo histérica la detective y luego miro asesinamente al comisario que se había levantado y estaba al lado de ella – Por cosas como estás no quiero un compañero.

Pero, no fue lo único, segundo tras segundo los agentes empezaron a caer uno tras otro al suelo, todos completamente dormidos.

-¡Menuda panda de vagos! – gruño Laura levantando las manos al ver a los agentes en el suelo.
-¿Les haré trabajar demasiado? – pregunto Jericó observando a sus agentes.
-¿Y tú? – pregunto señalándole - ¿Te traigo una mantita para que tú también te pongas a dormir?
-¿No puedes parar ese toque de loca? ¡No sé como tus padres te aguantaban! ¡Ni siquiera sé como has acabado con ese chico con el que vives!
-Primero, no tengo toque de loca. Segundo, mis padres me quería muchísimo y tercero, ¡¡¿Podrías dejar de sacar a Luther en todas las conversaciones en las que estamos?!!
-¡Vale!

Laura se dispuso a salir del despacho cuando tropezó con el paquete de gominolas de Francis, que estaba en el suelo.

-¡Mierda! – exclamo mientras recogía el paquete, luego miro a Jericó – No me digas por favor que eres alérgico a esto.
-Bueno, tiene una sustancia a la que soy alérgico – dijo sonriendo nervioso.
-¡Genial! – dijo sarcástica – Excepto tú, porque eres alérgico a una sustancia y yo, porque ardo si como mucho, los demás se han hinchado a esto.
-Tienes razón… ¡Espera! ¿Qué ardes?

Laura noto como sus ojos se abrieron como platos, tuvo suerte de haber estado de espaldas a Jericó, porque si no adiós a su secreto.

-Sí, es que, me arde el estomago con estas cosas – improviso.

Jericó la miro extrañado y luego volvió su mirada a sus agentes.

-Seguro que esto es un efecto secundario de comer tantas gominolas – confirmo el comisario.
-¿Secundario? Yo voy a ir a la fábrica a investigar una cosita – dijo la detective mientras echaba una última mirada a un dormido Francis.
-Llévatelo – dijo Jericó señalándolo.
-¿Qué? ¡Esta dormido como un tronco! – exclamo Laura.
-Despiértalo – dijo el comisario.

Lauras se arrodillo al lado de Francis sin ganas y luego le abofeteo hasta que este, excitado se levanto como un loco mientras gritaba.

-¡Que vienen los zombies! – exclamo mientras daba vueltas.
-Dios mío, sácame de esta – rezo la rubia mientras se levantaba.

Laura jalo de Francis hacia el exterior de la comisaría, mientras que este solo le reprochaba que le estuviera jalando justamente de la oreja izquierda. Le metió en el coche y cerro la puerta, se dirigió a su asiento y se dirigió a la fábrica de gominolas.

Cuando llegaron entraron sin observar los alrededores y entraron directamente a la zona donde se hacían las gominolas. Laura se fijo en que la maquinaria estaba parado y que en un bote que se expulsaba a la gominolas ponía “S.R.”, Laura la examino y la olía.

-Esto es un somnífero retardado – dijo mientras dejaba el bote en su sitio – Esto no ha sido un simple efecto secundario.
-¡Vaya! Pero si tengo visita – exclamo un chico moreno a la espalda de los dos – Perdonadme por ser tan mal educado pero, ¿por qué no llamasteis por el timbre antes de entrar?
-¿Quién eres? – dijo Laura ignorando la pregunta del chico.
-¡Y una mierda os lo diré! – dijo sacando una pistola mientras apuntaba a Laura – Habéis visto demasiado.
-No sabes con quien te estas metiendo – dijo mientras le hizo un gesto a Francis.

Francis saco rápidamente la pistola y apunto al chico, pero dos segundos después estaba en el suelo durmiendo. Laura lo miro apunto de llorar y arder.

-Como le odiare – susurro de manera que el chico no le pudo escuchar.
-Vaya, a tardado lo suyo – dijo mirando a Francis.
-Aunque parezca mentira se había quedado dormido antes – dijo la detective entablando conversación.

El chico miro de nuevo a Laura y sonrió perversamente.

-Vaya. Eres un fan de los locos que se creen malvados y solo están borrachos – dijo Laura con un tono extraño.

Sin pensárselo dos veces, apretó el gatillo, pero la bala cayó al suelo, pero no de forma sólida, sino de forma líquida y pegajosa de un color dorado.

-¿Hace mucho calor aquí o me lo parece? – pregunto Laura mientras sonreía de la misma forma que el chico antes.

¿Cómo lo hizo? Fácil. Laura puede controlar la temperatura de su alrededor en un punto fijo. Gracias a eso consigue que las balas se derritieran dentro de la pistola antes de salir disparadas hasta su objetivo. Esto también es un problema por dos cosas; la primera es que no puede realizarlo durante un tiroteo, porque necesita unos segundos y la bala va demasiado rápida; la segunda es que le hace gastar un gran esfuerzo mental, ya que es con la mente con la que encuentre el lugar y consigue quemar el aire.

El chico siguió apretando el gatillo pero seguía saliendo el líquido, Laura había conseguido quemar todas las balas, cosa que normalmente le resultaba difícil, ya que tenía que conseguir quemar el aire de la ranura de las balas. Tiró la pistola y le pisoteo hasta que se cansó.

-¡Mierda pistola de los cojones! – insultaba el chico.
-Oye, oye, tengamos paz. Tú eres el gilipollas que no lo sabe usar – puteo Laura mientras sonreía otra vez.
-¡Maldita! – exclamo mientras se abalanzo sobre ella.

Laura se aparto y cuando el chico intento frenar para agarrarla con su mano, ella le dio una patada en su trasero, levantándolo unos metros sobre el aire y cayendo de cabeza dentro de una caja vacía de gominolas. Laura se acerco y con el pie, le sostuvo dentro para que no pudiera sacar la cabeza.

-¿Por qué dormiste a los agentes?
-¡¡Sácame de aquí!!
-¿Por qué dormiste a los agentes?
-¡¡¡¡Que me saques!!!!
-¿Por qué dormiste a los agentes?
-¡Joder pesada! Porque quería  ir a robarle a el puto vejestorio de mi padre.

Laura dejo que saliera y este respiro el aire como si le fuera la vida en ello.

-¿Por qué querías hacerlo? – pregunto mientras este respiraba de manera extraña.
-Porque no me quiso dar el dinero que necesitaba para comprarme un coche – dijo a regañadientes.
-¿Por un coche? – pregunto Francis desde el suelo mientras se frotaba la cabeza por el lado donde se había golpeado al caer dormido.
-¿Esta bien la Bella Durmiente? – ronroneo Laura.
-Sí, gracias bruja malvada – respondió Francis.
-Toma, llévalo tú – dijo arrastrándole al chico.
-¿Cómo te llamas? – le pregunto Francis.
-Jonan Smith – respondió este mirando para otro lado.
-Pues Jonan, quedas detenido por intento de robo a una propiedad y “ataque a un agente” – dijo Francis mientras lo hacía ponerse de pie.

Este solo soltó un bufido mirando de reojo a Laura, quien sonreía y se había adelantado para llegar la primera al coche.


No hay comentarios:

Publicar un comentario