lunes, 2 de enero de 2012

Capítulo 5 - Día libre ¡Bien!

El reloj marcaba la una. Ya volvía a llegar tarde. Suspiro cansado, mirando al suelo, como echaba de menos Roma. Hacía tanto tiempo que no volvía allí, que todo para él era nuevo. Una pregunta le rondaba la cabeza en ese momento ¿Qué estaría haciendo Laura ahora? No la veía desde hacia tres años, cuando se fue de Roma, dejándola a ella allí como la detective especial. Ahora que volvía ¿Cuál sería su reacción? Estaría contenta de verle de nuevo, eso seguro. Pero se enfadaría porque volviera y sea también detective provocando una rivalidad en los casos, ya que ambos, podían controlar un elemento. Lo único es que él tenía ventaja sobre ella. Ella controla el fuego, pero él… controlaba el agua.

-¡Cuánto tiempo sin verte! – exclamo al verle un chico moreno que venía sonriente y con una mala levantada en señal de saludo.
-Aún volviendo a verme después de mucho tiempo, sigues con esa manía de llegar tarde para hacerme esperar – se quejo él.

Él. Ese “él” se trataba de Johan. Johan era moreno de pelo corto y pelopincho, que tenía 24 años y hacia más de seis años que conocía a Laura, ya que habían coincidido en los estudios para policía. Al contrario que Laura, Johan había empezado como agente novato en una comisaría, mientras que Laura se hizo discípula de un detective privado que murió en un tiroteo. Como ya había dicho antes, Johan controla el elemento de agua, teniendo así ventaja del fuego de Laura, aunque esta había comprendido a que temperatura poner sus llamas para evaporar su agua. Pero, aún teniendo poderes, ellos no lo usaban para su bien, ni para pelear y demostrar quien era mejor. Lo usaban para ayudar a los demás.

El chico que había venido, era moreno y tenía una sonrisa enigmática. No conocía de nada a Laura, pero había oído hablar mucho, muchísimo de ella, de la boca de Johan. ¿Y quién era ese chico?

-Quedaría mejor un “¡Hola Kevin!”

Duda resuelta. Kevin, discípulo de Johan y con solo 19 años. Llevaba siendo su discípulo desde hacia cuatro años. ¿Increíble verdad? Era sorprendente que fuera discípulo de un detective a los 15 años, teniendo solo cinco años menos que el que iba a ser tu maestro. ¿Qué dónde se encontraban ahora? Pues ahora mismo estaban delante de la puerta de un bar cercano al aeropuerto del que venía Johan.

-Bueno ¿qué tal te ha ido todo sin mí? – pregunto Johan entrando con Kevin.
-Me ha ido bastante bien. En estos tres años, e hechos algunos casos privados sobre personajes que querían que espiará a alguien. Al final en uno de esos casos he tenido que ir a juicio – dijo dando un tono sombrío en lo último.
-¿Por qué? – pregunto Johan sorprendido.
-Porque una mujer me había pedido que espiará a su hermana, ya que creía que estaba empezando a drogarse. Pues, esa mujer murió asesinada y creyeron que fue su hermana, ya que había descubierto que yo la espiaba de parte de la mujer. Me pidieron que declarara sobre el trabajo. Fue rápido y me puse nervioso, pero fue también genial – dijo sonriendo.
-Vaya, que divertido ha estado entonces estos tres años – le devolvió la sonrisa Johan a Kevin.
-Bueno, pero no me has dicho que tal te fue a ti, maestro – implico Kevin.
-Primero, no hace falta que me llames maestro, ya que ahora eres mi compañero no mi discípulo. Segundo, me fue bastante bien, he hecho muchísimos casos en Venecia. No me pudo quejar, ya que he llegado a ser un detective muy conocido allí.
-Vaya, justito como Laura aquí – rió Kevin.
-Ya veo que ella tampoco a perdido el tiempo – dijo Johan sonriente – Lastima, de que haya llegado el momento en el que yo empezaré a extender mi poder detectivesco.

Kevin sonrío cómplice y luego pidió un Appletiser al camarero, mientras que Johan pidió una cerveza.

-¿Tú desde cuando bebes? – pregunto extrañado Kevin por el pedido.
-Allí vi que había de vez en cuando que también hay que empinar el codo – dijo riendo Johan.

***

-¿Ves? Te dije que ese videojuego era muy caro – se burlaba Francis.
-¿Y que? Seguro que si ahorro me lo puedo comprar – corregía Zack.

Ahora mismo los tres (Sí, Laura estaba con ellos) estaban en una tienda de videojuegos a petición de Zack. Francis y él estaban discutiendo sobre si el juego era caro o no. Laura se puso de los nervios y…

-¡Ya basta! – gruño, pero luego volvió a sonreír – Tranquilo peque, yo te lo compro.

Francis la miraba extrañado y sin poder creérselo, o lo hacía para fastidiarle a él o a su hermano le tenía tanto aprecio que le confundía demasiado con Zack. Acabo comprando el juego de Zack, pero Laura había exigido a Francis que pagará un cuarto de lo que costaba por haberse reído de él.

-¿Tú ahora eres su protectora? – dijo mientras le daba el dinero.
-Es que se parece tanto a mi hermano pequeño – dijo dulcemente.

Caminaron por la calle mirando escaparates y haciendo pequeñas compras. Laura se había dado automáticamente un día libre y había exigido a Jericó, que Francis, al ser su compañero, fuera con ella. Pero cuando Francis creía que había sido perfecto ese día y que Laura empezaba a cogerle aprecio, ella va, e invita a Zack.

-Zumbao.
-Pequeñajo.
-Zumbao.
-Pequeñajo.

Eso era lo que se decían el uno al otro en los momentos en los que Laura estaba en otra cosa. Se llevaban mal, eso estaba más que claro. Lo gracioso era la diferencia de edad que había entre ambos, Zack le había comentado a Laura que tenía 17 años, pensar que Francis tenía tres años más que Laura, que tenía 22, daba como resultado, que Francis tenía 25… ¡Había 8 años de diferencia! Pero es que, Zack se comportaba como el mayor y Francis como el pequeño.

-¡Ey, chicos! – les llamo Laura mientras los dos se mataban con la mirada.
-¿Qué? – respondieron al unísono.

Eso debería ser bueno, ya que ambos la mayoría de veces hablaban al unísono aunque no se dieran cuenta. Pero no, ellos seguían peleándose.

-Voy a comprar ropa ¿vale? Vosotros podéis estar merodeando por la tienda por si queréis comprar algo para vosotros. Pero no salgáis de la tienda ¿ok? – preguntaba Laura mientras les señalaba una tienda.

Ambos asintieron y entraron. En cuanto entro, Laura ya había encontrado algo bonito y se fue a los probadores, antes de entrar, dirigió una mirada amenazante a ambos chicos. Cuando ya estaba dentro, ambos chicos se quedaron mirando el probador y luego se miraron intentando matarse.

-¡Adiós! – dijeron al unísono mientras se iban hacia un lado diferente el uno del otro.

Zack miraba la ropa con repugnancia, ya que, según él, las chicas no se fijarán más en él por la ropa que lleve puesta. En cambio Francis, decía que al vestir de agente de la ley si que llama la atención de las chicas y consiga que se fijen en él, “Sí. Llamas la atención de las viejas que aún creen en su príncipe azul” era lo que Zack pensaba de la opinión de Francis.

-Oye – le llamo Francis a Zack, cosa que extraño al joven.
-¿Qué quieres zumbao? – pregunto Zack mientras se acercaba a donde estaba el agente.
-Haré como que no he oído eso. ¿Qué te parece? – dijo Francis enseñándole una gabardina de color marrón.
-¿Tú que eres? ¿El hermano de El Padrino? ¿O uno de esos de la mafia rusa? ¡Es más! Eso ni te cabe – dijo Zack señalando la gabardina mientras sonreía.
-¡Eh! No te metas con mi hermano – gruño Francis.

Zack abrió los ojos como platos y señalo tembloroso a Francis.

-¡Entonces tú hermano si que es El Padrino! – dijo miedoso el del piercing.
-¿Ein? – pregunto confundido el castaño mayor - ¡No! Digo que ofendes a mi hermano confundiéndole con El Padrino. No hace falta que diga que mi hermano es joven y El Padrino ya entra en años.
-“Esa no es la única diferencia que debería haber entre tu hermano y El Padrino” – pensó Zack mirando con los ojos entrecerrados a Francis.
-¡Chicos! – llamo Laura mientras se acercaba a ellos.
-¿Qué tal te quedaba la prenda? – pregunto Zack sonriente.
-Pues… - Laura se estremeció al recordad lo que le había pasado dentro de el probador con aquella prenda.

-Flashback-

Laura miraba curiosa por la cortina del probador un poco abierta que hacían los chicos. Cuando estos se alejaron ella sonrío pensando que podía confiar en que no se pelearían y paso a probarse el traje. El traje era bastante corto, ya que llegaba hasta los muslos, pero, lo que más le gustaba a Laura era que era de un color blanco brillante y con pétalos de flores rojas que parecían que caían. Pensaba que cuando hiciera viento, parecería que las flores se movieran del traje, cosa que provocaba una sonrisa coqueta de la rubia. Cuando se fue a poner el traje notó que la apretaba y no subía más de lo que ella hubiera querido.

-Joder, pero si la cogí de mi talla – replicaba mientras intentaba ponerse el traje.

Cuando consiguió ponérselo noto como le apretaba de manera escandalosa y le molestaba tanto que se empezó a enfadar, cosa que provoco que acabará desnuda porque en un solo segundo las llamas habían devorado lo que llevaba puesto.

-¡Mierda! – gruño mientras se ponía su ropa original.

Ahora que le faltaba la ropa interior estaba completamente incomoda y no tenía más remedio que ir rápidamente a la parte de lencería para coger lo que necesitaba y evitar que alguien se diera cuenta de las cenizas que habían en el suelo del probador.

-Fin del Flashback-

-Pues… - suspiro cansada – No me quedaba bien.

Laura río avergonzada y miraba a los chicos que la miraban a ella intrigados y asustados por la respuesta de la chica a la pregunta.

-¡Mire maestro! – dijo Kevin señalando dentro de la tienda.

Johan dirigió la mirada hacia donde señalaba su compañero y sonrío maliciosamente mientras veía a su antigua reír delante de dos chicos; uno que era policía y otro que era un jovenzuelo (Ya nos imaginamos quienes son). Entro en la tienda con la sonrisa y luego se coloco a unos metros de donde se encontraban nuestros tres protagonistas.

-Vaya, vaya, vaya. ¡Laurita cuanto tiempo! – exclamo sacando la lengua.

Laura miraba pesadamente a quien le llamará de esa manera que ella tanto odiaba. Le vio y una pequeña sonrisa, igual de maliciosa que la que tenía Johan, se formo en el rostro de la rubia.

-¡Pero si es uno de los hermanos rockeros esos! ¿Jonan Brothers era? – reía divertida la detective mientras el otro detective bufo.
-No cambias ¿eh? Tres años y sigues igual de pesada – dijo Johan mientras negaba con la cabeza.

Francis y Zack miraban extrañados a Johan y a su compañero Kevin. “¿Quiénes eran esos?” esa era la pregunta que tenían en la cabeza los dos castaños.

-¿Quiénes son estos dos ilusos? – pregunto Johan señalando con un movimiento de cabeza a los dos chicos allí presentes.
-¡Oye! No te metas con mi peque – Francis dirigió una mirada asesina a Laura y esta suspiro rendida – y con Francis.
-¡Vaya! ¿Francis, eh? Encantado, yo soy Johan, el mejor detective de Italia – dijo estrechándole la mano.
-¡La mejor detective de Italia es Laura! – exclamaron los dos chicos al unísono.

Laura sonrisa orgullosa, después de todo, en algo estaban de acuerdo.

-Vaya. Los tienes bien entrenados – río Johan – Kevin, te presento a Laura, ya que nunca la has conocido.
-Buenas – saludo Kevin.
-El tuyo tampoco es que este mal entrenado – devolvió el golpe Laura.
-Si me permite, debo decir, que el mejor detective de Italia es claramente mi maestro Johan – decía cortésmente Kevin.
-Lo lamento chaval, pero si en algo coincidimos el zumbao y yo, es en que Laura es la mejor detective de Italia y con diferencia – replico Zack de brazos cruzados.
-Lo de zumbao sobro – le susurro Francis al oído.
-No te quejes – murmuro.
-No sé cuantos años tienes y lamento decirte que no me importa, pero Laura no se puede comparar con Johan. Te lo digo porque viéndote tengo claro que yo soy el que tiene más edad y sé quien es un experto y quien no – se quejaba Kevin.
-Si la edad es lo que importa yo gano por ventaja extrema – río Francis.
-¿Y tú que tienes que ver en esto? – pregunto Kevin mirando extrañado a Francis.
-Soy el compañero de Laura, tengo más edad que tú y…
-Es un zumbao – interrumpió Zack.
-Vaya. Si es un zumbao ya no tiene importancia tu edad. Gano yo en experiencia – se burlo Kevin.
-Mira discípulo de pacotilla, te aconsejo que te calles y me dejes en paz a mí y a Laura o sino sabrás lo que es una ostia bien dada – amenazo Zack enrollándose la manga derecha de la camisa.
-Y si no tienes suficiente con él vas a recibir la mía y te arrepentirás de a verme conocido igual que se arrepintió mi profesor de boxeo – dijo Francis imitando el gesto de Zack.
-¿Tú ibas a boxeo? – pregunto de repente Zack.
-Sí. Bueno, fui durante cinco clases… es que sin querer en un entrenamiento en vez de pegar a las manos enguantadas del entrenador, le pegué en la cara y le… vamos, le rompí la nariz y me demando – dijo forzosamente el castaño mayor – Razón por la que mis padres no tuvieron la valentía de apuntarme a alguna otra activad deportiva de ese centro.
-¡No os he pedido que me contéis vuestra vida! – se quejaba Kevin.
-Pues vale, nos dejaremos de idioteces y te diremos en un pequeño resumen… ¡¡Métete con Laura y recibirás un par de ostias!! – resumió Zack.
-Bueno, después de esta “agradable” conversación – dijo Laura entrelazando sus brazos con los de Francis y Zack – Temo decir que nos tenemos que ir a comprar un helado.
-Cuidado que engordas – dijo Johan – A no, perdona, que ya no se puede ser más gorda.

Los tres hicieron una risa sarcástica y luego mataron con la mirada asesina a Johan, provocando un tremendo escalofrío en este que dio un ligero paso hacia atrás justo en el momento en el que Kevin se puso detrás de él totalmente acojonado.

-¡Adiós Jonan Brothers! – se despidió Laura refiriéndose a los dos.
-¿De que le conoces? – pregunto Zack cuando ya estaban fuera de la tienda.
-Es un viejo amigo – respondió Laura.
-Cualquiera diría que es un amigo – río Francis.
-Bueno, olvidemos de esos payasos y vayamos a comprar un helado – dijo sonriente Laura.
-¡Ah! ¿Qué iba en serio? – pregunto Francis mientras Laura asentía – Pues yo quiero uno, que tenga una bola de vainilla y otra de naranja.
-Yo uno con una bola de straciatella y otra de fresa – dijo Zack.
-Pues yo, que soy muy golosa quiero una de tres bolas de chocolate – animo Laura mientras se relamía.

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