domingo, 26 de febrero de 2012

Capítulo 18 - Sí o no

Laura se subió al coche a regañadientes, ya que Johan había insistido en ser él quien condujera. Temía la manera de conducir de Laura cuando estaba cabreada, y en ese momento estaba muy cabreada. A pesar de las miradas que Johan le lanzaba para que se calmara, ella seguía con una mirada asesina que no iba dirigida a nadie.

-Si quieres, puedo entrar yo solo – dijo Johan mirándola momentáneamente.
-¡No hace falta! – gritó Laura con un gesto con la mano – Perdona pero es que estoy enfadada.
-Cualquiera lo notaría – murmuró Johan inclinándose un poco hacia el volante, como si hablará con él.
-¿Perdona? – Laura le había escuchado perfectamente y ahora la mirada asesina iba dirigida hacia él.
-Verás Laura, creo que deberías relajarte y…
-¡¿Crees que no lo intento?! – le interrumpió ella con un grito.

Johan había reaccionado bruscamente al grito y el coche había hecho un derrape extraño durante un momento. Un suspiro de alivio salió de sus labios al notar que el coche seguía por donde debía ir.

-Sé que lo intentas, Laura. A ver… intenta respirar con tranquilidad.

Laura asintió y Johan empezó con el clásico “Inspira” y “Expira”. Al final Laura pareció estar más calmada.

-Por cierto, ¿por qué les has prestado el coche? – preguntó Johan mirándola.
-¡¡Joder!!

Johan volvió a reaccionar mal, pero no pudo remediarlo a tiempo: El coche hizo un extraño cuando él movió el volante y salió de la carretera, entrando en campo abierto. Frenó con un golpe seco cuando notó que el coche encendía una lucecita y el motor hizo un ruido extraño.

-Oh, genial – dijo Johan irónico.

No se contuvo y arreó un puñetazo al volante, tocando la pita.

-¡Mierda! ¡Joder! – Johan volvió a golpear el volante pero sin que esta vez tocará la pita.

Salió del coche haciendo fuerza con la puerta y luego pateó el coche con toda la poca fuerza que le quedaba y que no tenía. Murmuraba más palabrotas de las que Laura era capaz de escuchar o recapacitar al mismo tiempo.

-¿Lo siento? – dijo Laura dubitativa bajando del coche mientras sacaba su móvil.
-¡No es culpa tuya! ¡Sé como eres y no debería haberte hecho esa pregunta en un momento de ira como los tuyos! ¡Luther tiene razón, soy un capullo! Y ahora el que está cabreado soy yo, así que aléjate de mí ¿quieres?

Laura sólo se alejó unos metros cuando se dispuso a llamar, primero a Francis y luego a una grúa. Desde donde estaba se le seguía escuchando gritar a diestro y siniestro. Laura estuvo a punto de gritar, pero se tapó la boca con la mano que tenía libre.

-Johan…
-¡¿Qué?!
-No hay cobertura.
-¿Qué?
-No hay.

Eso fue la gota que colmo el vaso. Johan provocó un pequeño tsunami que arrastró el coche hacia un abismo que había a unos kilómetros.

-¡Ya no me importa ese puto coche! – gritó mirando al cielo - ¡Ni tampoco tú, Dios asqueroso!

Johan pareció retractarse y bajó la mano que tenía señalando al cielo, como si fuera un robot con los movimientos ralentizados. Luego miró a Laura, para fingir una sonrisa que sólo conseguía asustarla.

-Lo siento – dijo Johan entrelazando sus manos tras su espalda – Habrá que ir andando.
-Tardaremos más de diez horas – Fue lo único que era capaz de decir Laura.
-¡¡Pues tardaremos diez horas!! ¡¿Qué coño me importa cuanto tardemos en llegar a esa mierda interrogatorio?! – volvió a gritar Johan acercándose a ella con un cabreo que no era normal en él.
-No sé tú, pero creo que ahora… ¡¡te estás pasando de la raya!! – empezó Laura a gritar.
-¡¡No hay ninguna raya!! – hizo un raya en la tierra con el pie - ¡¡Ahora si hay una raya!!
-¡¡Johan ¿has perdido el juicio?!!
-¡¡Yo no he perdido nada!! ¡¡Sólo he perdido mi coche, la cobertura y el día entero!!
-¡¡Cállate ya, Johan!!
-¡¡No me pienso callar por que tú me lo digas!! – La señaló de forma acusadora.

Laura en vez de hacer como se debe hacer en estas ocasiones (pegarle una bofetada) le pegó un puñetazo en el estómago y luego hizo un leve empujón para que cayera al suelo. Se inclinó levemente para tener su cara frente a la suya.

-¿Estás mejor? – preguntó con una sonrisa que intentaba ser como las de Dylan.
-Sí… - dijo débilmente – pero podías haberme hecho otra cosa que no fuera golpearme en el estómago. No he comido nada y me duele horrores.
-Cuando salgamos del interrogatorio te invitó a comer ¿eh?

Johan asintió desde el suelo.

-Y ahora levántate que te toca hacer auto-stop – Laura le agarró del brazo e hizo que se levantará.
-Voy – Johan pareció un viejo con lo inclinado que iba hacia la carretera.


Horas antes, Francis, Zack y Dylan ya habían llegado a la cárcel y habían hecho una lista con todos los agentes que vigilaban el entorno de Killer. El primero, un regordito y bajito hombre con gafas, entró en una “sala de interrogatorios” que los agentes les prepararon a los tres chicos.

-Bien – Francis se sentó en la, supuesta silla, que se encontraba en un lado de la mesa.

Zack era el que quería hacer de policía malo y puso ese tipo de cara mientras se apoyaba ociosamente en una esquina. Aunque Dylan sólo seguía sonriendo de pie, detrás de su “próximamente” hermanastro.

-¿Ha visto usted a Killer hablando con alguien más, que no fuera Luther? – preguntó Francis alzando una ceja.
-No. Bueno, con un agente sí, pero no con ningún otro preso.
-¿Podría decirnos quién era el agente? – intervino Dylan inclinándose sobre el hombro de Francis.
-No me interrumpas – masculló Francis hacia Dylan, pero sin dejar de mirar al agente que tenía enfrente.
-Pues, no lo conozco. Pero seguro que las cámaras de seguridad le grabaron en algún momento.
-Oh. Gracias por todo, ya puede irse.

El agente alzó una ceja con bastante incredulidad. Francis casi tuvo que sacarle de la sala a patadas. Dylan se acercó a él cuando cerraba la puerta.

-¿Ya está? Hay un montón de agentes ¿y sólo escuchas a uno que podría estar engañándote? – Dylan parecía poner una sonrisa que advertía que su humor iba a cambiar repentinamente.
-Tiene razón – murmuró Zack detrás de él – Podría ser como la otra vez y nos ha engañado.
-Aquello fue porque el agente Ferruiman fue muy listo – se exculpó Francis.
-¡Era Luther Feruijo! – gruñó Zack.
-¡Déjalo Zack! Tengo una corazonada – dijo Francis mirando a ambos alternativamente.
-¿Eso debería de ser bueno? – le preguntó por lo bajo Dylan a Zack.
-Eso es muy malo – respondió.
-Llamaré a Laura para avisarla – Francis sacó su móvil del bolsillo.

Empezó a marcar el número y luego se llevó el móvil al oído. Nadie lo cogió.

-No lo coge – murmuró Francis.
-¿Cómo que no lo coge? En este momento deberían de haber terminado de interrogar a Luther – dijo Zack sentándose sobre la mesa.
-Quizás le sigan interrogando y lo tiene apagado – intentó excusarla Dylan.
-Imposible. Ella sabe que podría recibir una llamada de urgencia en cualquier momento – dijo Francis frotándose la cabeza.
-Llama a Johan, Francis. Dylan, tú llama a la comisaría – ordenó Zack.

A Francis nadie le contestó, mientras que Dylan fue contestado y al colgar miró a los dos chicos que le observaban expectantes.

-Dicen que tienen a Luther esperando desde hace más de una hora y que aún no han llegado – explicó Dylan la situación.
-¿Por qué será que cuando Francis hace de jefe, a alguien siempre le sucede algo? – preguntó Zack con la cabeza ladeada y mirando al castaño.

Y en la comisaría, justo cuando el agente que había respondido a Dylan colgaba el teléfono, la puerta principal se abrió y Johan junto con Laura pasaban con rapidez. El agente se dispuso a balbucear algo.

-Ya sabemos donde esta la sala de interrogatorios, gracias – le acalló Johan con un gesto con la mano, siguiendo su camino.

Johan hizo de buen caballero y abrió la puerta para que Laura entrara primero en la sala. Cerró la puerta en cuanto él pasó. Había justo dos sillas en el lado opuesto de la mesa en la que estaba Luther. Cuando se sentó, Laura movió la carpeta con los informes hacia Johan. No quería ni verlos.

-A ver… he perdido mi coche y hemos tenido que venir haciendo auto-stop con un tío que cuidaba unas vacas con diarrea, así que, suéltalo todo o te pegaré tantas ostias como me deja la ley – soltó directamente Johan abriendo la carpeta.
-Eso explica porque tu olor ha empeorado bastante – dijo Luther con una sonrisa mirando a Johan, aunque luego miró a Laura – Pero no explica porque tú sigues oliendo tan bien como siempre.

Laura seguía mostrándose indiferente, provocando que Luther borrara la sonrisa que hacían sus labios.

-Vale. El complot… os puedo decir dos nombres de los que lo van a organizar… dentro de dos semanas – explicó apoyándose sobre el respaldo de la silla – Pero sólo os diré uno, porque os pido un favor.
-No estás en situación de hacer este tipo de tratos – saltaron ambos al unísono con un corto tiempo de diferencia.
-Esto es importante. Tienen a mi hermano. Sé quien lo tiene.
-¿Tienes un hermano? – preguntó Laura - ¿Cuánta familia más me has ocultado?
-Escúchame Laura. ¿Qué querías que te dijera? No sólo mis padres están muertos, también tengo un primo al que también chantajeaban con el secuestro de mi hermano. ¿Te iba a decir eso?
-Podríamos haberlo encontrado a tiempo…
-Da igual – la interrumpió Johan – Si encontramos a tu hermano, ¿nos dirás los nombres?
-Claro que sí. Killer usó a mi familia aprovechándose de que mi primo era médico y podría conseguir medicamentos ilegales, mientras que yo al ser abogado podía quitarles los cargos. Secuestró a mi hermano pequeño, aunque él siempre creyó que sus gigantones habían secuestrado a mi hermano mayor inexistente. Cuando me despidieron empecé a dejar de ser útil, pero podían aprovechar que estaba contigo para saber cuanta información tenías de él. Luego mataron a López, bajo su orden, porque pensaba dejarlo y soplarle todo a la policía. Me tendieron una trampa para que volviera a estar bajo sus órdenes en la cárcel y mi hermano tuviera otra oportunidad de vivir. Conseguí que un miembro de la banda me dijera quien custodiaba a mi hermano, pero fue justo horas antes de que me mandaran a matar a tu padre, y por eso no pude ir a rescatarle sin que Killer se enterara.

Johan y Laura estaban sorprendidos por la rápida confesión que había hecho Luther.

-Os diré quien lo tiene y uno de los organizadores. Sólo quiero que mi hermano este bien ¿vale? Entonces os diré el otro organizador – murmuró Luther mirando la mesa.
-¿Cómo se llama? – preguntó Laura.
-¿El que lo tiene? – dijo Luther confuso.
-No. Tu hermano – respondió Johan.
-Se llama Jack. Tiene tan sólo diez años – a Luther parecía quebrarle la voz.

Después Luther les apuntó el nombre y la dirección del tipo que tenía a su hermano, y debajo había apuntado el de uno de los organizadores. Johan y Laura se levantaron y fueron a salir, pero Johan dijo a Laura que siguiera que él tenía que decirle una cosa a Luther.

-¿Recuerdas a Francis? – le preguntó Johan a Luther.
-Imposible olvidarse de un hombre con una mentalidad tan infantil – respondió tajante este.
-Pues su hermanastro le está tirando los tejos a Laura – dijo Johan con una pequeña sonrisa forzada.

Por la cara de enfado que puso Luther, Johan tuvo claro que le parecería encantador el trato que había hecho con Francis sobre Dylan. Luego se fue dando un pequeño portazo.

-Vamos a por un taxi – dijo Johan mirando a Laura con la cabeza ladeada.
-¡Estabais aquí! ¡Nos habéis pegado un susto, coño! – gritó Zack entrando con fiereza en la comisaría.
-¿Qué? – Laura y Johan se miraron sin comprender.
-¡Dios que susto! – Llegó Francis con su clásica llantina melodramática – No cogíais el móvil y creía que os había pasado algo. Bueno, en realidad me importabas un pimiento Johan, pero me lleve un susto.

Johan alzó una ceja con una copia a la mirada asesina de Laura. Ella sólo se aguantó las ganas de reír, mientras Francis se secaba las lágrimas. Dylan fue el último en entrar, seguido de Zachary y William.

-Bien. Chicos, y chica… - se corrigió Zachary mirando a Laura – Dentro de unos minutos, o segundos, va a llegar la causante del divorcio de nuestra víctima, la amante. Conseguimos su número y ella viene encantada.
-Pero… - Laura quería explicarles lo del complot y que iban en busca del hermano de Luther, cuando justamente una chica pasó por la puerta principal.

Tenía el cabello largo y suelto, además de que parecía oro. Los ojos azules que tenía relucían menos comparados a la deslumbrante sonrisa que tenía. Caminaba como en una pasarela sobre sus altos tacones rosas, a juego con su vestido que dejaba sitio a la imaginación.

-Ay mi madre, si no fuera un marido leal – murmuró Zachary mientras William asentía a su lado.

Laura miró la cara de embobados y rostros boquiabiertos que también tenían los otros chicos, excepto Dylan, que parecía estar disimulando que no la veía, jugando con el móvil.

-¡Hola! – Tenía la típica voz chillona de una pija – Me llamó Verónica, pero podéis llamarme Vero. Me dijeron que Sebastián ha muerto y me debían interrogar. ¿Quién me tiene que interrogar?

Todos los chicos saltaron con un “¡Yo!” y la condujeron hacia la sala de interrogatorios como si fuera una actora famosa en la alfombra roja. Luther salió de la otra sala de interrogatorios seguido de un policía que lo escoltaba, sólo le hecho una rápida mirada a Laura, aunque ella le seguía con los ojos. Justo cuando creía que todos los chicos habían ido a interrogar a Verónica, se dio cuenta de que Dylan estaba sentado en el escritorio de Francis y la observaba con una mirada distinta a la de alegría que solía mostrarle él.

-¿Por qué no has ido con los demás? – le preguntó Laura.
-Esa chica… Verónica, aparte de ser la amante de la víctima, es la novia del jefe de una banda de moteros a los que debo dinero – explicó Dylan con seriedad.
-¿Debes dinero a unos moteros? – interrogó Laura con curiosidad.
-Sí. En la investigación de un asesinato tuve que infiltrarme en su banda y me endeude con él. Lástima que no fuera el asesino, porque le debo mucho dinero – añadió levantándose.
-Bueno, ya que estás aquí y Johan ahí dentro, te tengo que pedir un favor.
-¿Qué?
-¿Podrías acompañarme a buscar al hermano de Luther?
-¿Luther? ¡Ah! Tu novio ¿no?
-Sí.
-¿Por qué debemos ir a buscarlo?
-Porque lo tienen secuestrado.

Dylan puso una cara de imbécil que no era normal. Se metió la mano en el bolsillo y le tiró las llaves del coche a Laura, que las cogió al vuelo.

-Conduces tú.

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