Cuando llegaron a la calle, Laura procuró aparcar lo bastante cerca por si necesitaban salir corriendo intentando no recibir balazos. Dylan fue el más prisa tenía, ya que fue el primero en llegar a la puerta de la casa. Laura estuvo preparada para pegar una patada a la puerta cuando Dylan la cogió por el brazo.
-¿Vas a entrar sin un arma? – preguntó mirándola de arriba a bajo.
-Ups – Laura se había olvidado de que no iba con Johan y no podía usar sus poderes – Tú llevas ¿no?
De debajo de su ropa tan elegante, Dylan sacó una pistola por el lado derecho y otro por el izquierdo. Le entregó una a Laura, atónita.
-¿Llevas dos pistolas? – Laura estaba cada vez más impresionada.
-Nunca se sabe – dijo Dylan con otra sonrisa.
-Vale. Pero, quiero que te quedes aquí. Por si huye ¿lo entiendes? – intentó buscar una excusa para poder usar sus poderes sin riesgo alguno.
-Emm… ¿no problem? – dijo dubitativo en un intento de buen inglés.
Laura entró dando un patadón a la puerta, mientras entraba de forma sigilosa con el arma por delante y los brazos extendidos. La casa era una auténtica chapuza: había ropa por todos lados, cervezas tiradas en el suelo, vidrio roto en las mesas y el suelo estaba lleno de otro tipo de cosas, incluso algún vomito. Cuando Laura entró en una habitación vacía, notó que había una falsa pared en el lado izquierda de la puerta por la que entró, pero fue demasiado tarde, porque ahora notó como la punta de una pistola se encontraba pegada a su cabeza, por detrás.
-Suelta la pistola o te vuelo los sesos – gruñó una voz ronca tras ella.
Laura no supo que hacer, cuando escuchó como la pistola quitaba el seguro… pero no era la de la persona que la apuntaba.
-Le vuelas los sesos y yo te meto tres tiros: dos en la espalda y otro en la cabeza, cabrón – la voz de Dylan sonaba menos simpática de lo que siempre solía ser.
-¿Quieres ver quien es más rápido? – el otro hombre parecía divertirse con la situación.
-No quisiera matarte demasiado rápido – masculló Dylan.
-No me seas prepotente. No sabes con quien estás hablando.
-Y como no bajes el arma, nunca me lo podrás decir.
-Te estás metiendo en un problema, Dylan – murmuraba Laura, aunque ninguno de los otros dos la pudieran escuchar.
-Baja el arma, chico. Ahora – dijo el hombre con fiereza.
-No estás en situación de decirme que la baje yo – añadió Dylan.
-Perdiste.
En el mismo momento en el que el hombre iba a disparar a Laura, esta desapareció.
-¡Pero ¿qué…?!
-Lo siento… ¡perdiste tú! – Dylan disparó las tres veces que había dicho que haría.
Laura había aparecido detrás de él en el mismo instante en el que el hombre caía al suelo totalmente muerto. Ahora si que Laura estalló, pero eufórica.
-¡Wow! ¿Has hecho tú eso? – gritó Laura sonriendo como una friki que consigue el comic perdido de “Batman”.
-Más o menos – dijo Dylan mirando el cadáver y bajando el arma – Pero nadie puede saberlo.
-¿Bromeas? Yo controlo el fuego, y… y… y Johan controla el agua. ¡Dios mío! Esto es fenomenal. Este poder no lo conocía. Creía que todo era el clásico poder único de un elemento, pero… ¡¿teletransporte?!
Dylan tenía cara de sorprendido, aunque era aún más de intentar recapacitar de todo lo que le había soltado de forma directa Laura. Hizo un gesto con la mano, pidiendo paciencia y luego se puso pensativo.
-Es decir, no soy un bicho raro – murmuró Dylan moviendo la pistola de un lado a otro.
-¿Bicho raro? ¡No! Mira Dylan, esto es muy bueno… porque así, podremos atrapar más malos y no será tan difícil este tipo de casos. Es muy difícil encontrar a alguien como nosotros – explicó Laura frotándose la cabeza.
-Cuando dices “como nosotros”, suena como si estuvieras hablando de extraterrestres – recalcó Dylan con una ceja alzada.
-Tú ya me entiendes – rió Laura – Por cierto ¿cómo es usar ese poder?
La cara de Dylan estaba entristecida.
-Ese es el problema… no sé usarlo. Es como si se activará solo – añadió Dylan mordiéndose el labio inferior.
-¿Qué quieres decir? – preguntó Laura.
-¡Espera! Deberíamos estar buscando al chico – gruñó Dylan.
Laura puso de cara “Mierda. Me olvide” y luego salió de la habitación para buscar a Jack, pero volvió a entrar porque recordó lo de la falsa pared.
-Ayúdame – Laura y Dylan se colocaron a ambos lados de la falsa pared y con un golpe flojo, la pared se derribó hacia su lado.
Tras ella había una habitación pequeña y en un rincón de ella, estaba él.
-¿Jack? – preguntó Laura arrodillándose para estar a su altura.
-¿Quién eres? – interrogó intentando arrinconarse más.
-Soy Laura. Soy detective y… bueno, la novia de tu hermano – añadió Laura estirando la mano – Está preocupado por ti. Por eso he venido a rescatarte. Bueno… hemos venido yo y mi amigo Dylan, que es policía.
El chico miró a Dylan, que le observaba esperando una respuesta a Laura.
-¡Gracias!
Jack saltó a abrazar a Laura, que no se lo vio venir y casi se tambaleaba y caía al suelo. Dylan sólo puso otra vez esa sonrisita tonta que solía tener él en situaciones como esas. Jack empezó a llorar de forma desconsolada, mientras Laura no sabía que había que hacer en estas situaciones, por lo que Dylan le dio unas cuantas palmadas en la espalda al pequeño.
-Se hace así – explicó Dylan sacándole la lengua.
Mientras los tres estaban allí, los demás ya habían terminado el interrogatorio de Verónica y estaban saliendo de la sala de interrogatorios. Posiblemente en vez de sacarles ellos información a la “coqueta Vero”, ella les había sacado sus vidas entera a los chicos. Los últimos en salir de la sala fueron Johan y Francis, aunque el primero tenían una enorme sonrisa triunfadora. Se le borró enseguida al no detectar a cierta persona en la comisaría.
-¿Y Laura? – tartamudeó boquiabierto.
¿Y Dylan? – Francis reaccionó exactamente igual.
Johan apretó los dientes, pateó el suelo y mató a Francis con la mirada justo antes de zarandearlo con fuerza.
-¡Tenías que haberlo vigilados tú, coño! – gruñó Johan empezando a marear a Francis.
-¿Yo? ¿No has visto lo buena que estaba esa tía? – se intentó defender el policía.
-¿Te gustan las chicas? Creía que eras gay – murmuró Johan dejando de zarandearlo.
-¡Yo no soy gay! ¿Y porque no llamas, listo? – dijo Francis con ironía.
Johan sacó el móvil del bolsillo y llamó a Laura. Ella lo cogió enseguida.
-¿Qué? ¿Qué le habéis sacado a la pija… digo, a la amante?
-¡Te has ido sin mí!
-¿Eso se lo has sacado? Anda que tipa más rara…
-¡No! ¡Tú te has ido sin mí! ¿Por qué no me esperaste?
-Porque el hermano de mi novio estaba secuestrado, imbécil. No pienso esperar a que una rubia de tres al cuarto me haga perder el tiempo cuando entrasteis cinco personas, chicos, a interrogarla sólo para verla hacer el ganso.
Johan se quedó cortado y cuando fue a decir algo, Laura colgó.
-Creo que tiene razón – intervino Francis.
-¿Y tú cómo has escuchado? – cuestionó Johan alzando una ceja.
-Por si no te has dado cuenta, tienes el volumen del móvil muy alto y se escucha claramente, especialmente la voz de Laura cabreada – respondió Francis señalándole a él.
-Mierda… - Johan se frotó la cabeza bastante frustrado e intentando ignorar el hecho de que le habían colgado de forma desagradable.
-¿Y qué hacemos? – preguntó Zack apareciendo tras ellos, repentinamente.
-No sé. Esperemos a que Laura vuelva – murmuró Johan fulminando con la mirada a Francis.
-¡¿Qué?! – gruñó Francis sabiendo por qué lo hacia Johan - ¡Ya te he dicho que esa tía estaba buenísima! Además, ¿por qué no te quedaste tú? Si no recuerdo mal, que dudo que lo recuerde, el que quiso hacer ese trato fuiste tú. Yo no estaba obligado a vigilar a Dylan.
-¿De qué coño estáis hablando? – intervino Zack mirando a ambos, alternativamente.
-Johan hizo un trato conmigo para que Dylan no consiguiera acercarse a Laura, por si intentaba ligársela – explicó Francis con un gesto de negación.
-¿Por qué? ¿Por qué no dejáis que Laura viva su vida y vosotros la vuestra? Dudo que Laura deje a Luther por ese tío – Dio su opinión Zack con bastante desagrado hacia ambos.
-A mi no me mires. Yo sabía que ella se podía defender sola. Fue Johan – Francis señaló al detective que se encontraba frente a él.
-Johan. Admítelo. Lo tuyo no es protección, lo tuyo son celos – dijo Zack mirándolo con seguridad.
-¿Estás de broma? ¡Si acabo de conseguir una cita con ese bombón! – rió Johan.
-Eso ha sido hace diez minutos. Hace treinta minutos estabas celoso – Zack parecía un completo experto en la situación.
-¡Que no, coño! Pues ahora voy a ignorar a Dylan. Me da igual lo que haga ¿está mejor así, pequeño?
-No me llames pequeño – amenazó Zack con una mirada asesina.
-¿Y por qué él si que puede? – cuestionó Johan señalando a Francis.
-Él es muy tontuelo para entender mis amenazas – replicó sin dejar de mirarle.
-¿Y si me hago el tonto yo?
-Demasiado tarde para hacerte cambiar a ti mismo ¿no crees?
Johan intentó tartamudear una barbaridad, pero se detuvo al ver como Kevin entraba en ese momento en la comisaría.
-¡Kevin! – saludó Johan en una reacción instantánea.
-Vaya… Ya no falta nadie – murmuró Francis mirando a Zack, que asintió.
-Perdón por tardar tanto. Me tuvieron que hacer una radiografía a causa de que tengo un problema en el brazo izquierdo por culpa de un hueso fracturado – explicó Kevin señalándose el brazo al que se refería.
-¿Qué te ha pasado? – preguntó Zack.
-Pues me caí por las escaleras de mi casa. Fue una estupidez, porque baje corriendo con prisas para intentar llegar pronto a una cena que tenía con mi hermana.
-Hablando de cenas… - intervino Francis – Johan tiene una cita con Verónica, una testigo que está en la sala de interrogatorios y está buenísima. ¡Es la mujer más bella del mundo!
-Eso es imposible. Ninguna chica es tan perfecta – dijo Kevin.
Los tres chicos se quedaron sorprendidos por las palabras de Kevin.
-Es que tengo novia. No puedo decir semejante bobería – explicó este bastante cabizbajo.
-¡Venga! Panda de vagos, quiero que traigáis otra vez a Luther Feruijo – Laura entró brutalmente en la comisaría, seguida detrás por Dylan, que llevaba a Jack cogido en brazos.
-¿Ese quién es? – cuestionaron Francis, Zack y Kevin al ver al niño.
-Es Jack, el hermano de Luther – explicó Johan antes de que Laura pudiera decir nada.
-Exacto – sonrió Laura – Este sería posiblemente mi cuñado.
Milagrosamente, Laura fue conducida enseguida hacia otra sala de interrogatorios, ya que decían que habían traído de antes a Luther. Jack entró junto a ella en la sala. Su primera reacción fue saltar a abrazar a su hermano. Ambos parecían estar llorando de felicidad.
-Te echaba de menos – dijo Jack mientras seguía abrazándolo con fuerza.
-Yo también – Luther se separó de su hermano y luego miró a Laura – Gracias.
Laura sólo asintió mientras sonreía. Jack salió de la sala de interrogatorios a petición de su hermano, dejando a los dos solos.
-¿Por qué los dejan a los dos solos? – preguntó Zack mientras Jack se acercaba a Dylan.
Johan no contestaba, porque estaba intentando penetrar en la mente de Dylan y hacerle volar el cerebro en miles de pedazos. Francis no sabía si responder alguna barbaridad.
-¿Cómo fuiste capaz? ¡Te lo advertí! – saltó Johan golpeando con fuerza la mesa.
Jack se asustó y Dylan alzó una ceja, antes de sonreír de forma tonta.
-Me lo advertiste. Pero yo no fui el que entró en la sala de interrogatorios tras una zorra que se tira a todos los que ve, mientras dejaba tirada a una amiga que tenía que buscar a un niño secuestrado. Puedes partirme la cara, me importa una mierda. Por lo menos Jack está aquí.
-¡Me da igual! ¡Siempre me ponéis esa excusa! ¡Y no te atrevas a insultar a Verónica!
-Tienes razón – Dylan apartó levemente a Jack para acercarse amenazante a Johan – Debería insultarte a ti. ¡Es una testigo! ¡Amante de la víctima del caso! ¡Novia de un motero narcotraficante! ¡Y aún así vas tras ella como perro a por el gato! Pero tú con otras intenciones.
Francis miraba boquiabierto la reacción de Dylan. Nunca había visto al estúpido casanova de forma tan agresiva.
-¿Qué mierdas dices? ¡No es la novia de ningún motero narcotraficante! – gritó Johan.
-¡Sí que lo es! ¡Yo le debo dinero a ese tipo y esa chica siempre le esta sobando! ¡Y se tira a todos los tíos que ve! ¿Eres tan estúpido de acabar como esa panda de descerebrados que sólo saben montar en una moto y tomarse pastillas?
-¡Eso es mentira!
Johan estuvo a punto de saltar sobre Dylan, cuando Laura apareció para empujarle y apartarle del chico. Laura miró a Dylan y le pegó una cachetada.
-¡Cállate! – gruñó para luego mirar a Johan - ¿Y tú? ¿Qué coño te pasa Johan? No entiendo por qué demonios estás de tan malhumor. ¿Sabéis? – Ahora se refería a los dos – No quiero ir más con ninguno de los dos ¿entendido? ¡Francis y Zack! Acompañadme a mi casa, por favor. Vosotros cuidaréis de Jack mientras yo sacó las cosas de Luther de mi cuarto. Hemos cortado porque tiene que estar veinte años en la cárcel y no quiere que yo me sienta obligada a estar sola. Pero ahora me enfado porque me hice amiga de dos auténticos bestias. Me equivoque con los dos.
Laura dio media vuelta, mientras Francis cogía a Jack de la mano y le incitaba a seguirlo. Cuando estuvieron a punto de salir, Zack hizo un gesto que se podía interpretar como una disculpa.
-Mierda – masculló Johan ante el rostro impresionado de Kevin.
Dylan simplemente se frotó la mejilla en la que había recibido el golpe y luego salió de la comisaría en un completo silencio. Kevin salió del shock al darse cuenta de que del despacho de Jericó, salía este junto con William y Zachary.
-¿Y los demás? – preguntó Jericó sorprendido.
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