lunes, 2 de enero de 2012

Capítulo 7 - ¿Quién habrá robado el famoso cuadro de "Las mariposillas"? (II)

Versión Johan y Kevin

Johan salía furioso del museo, cosa que no pasaba para nada desapercibida para Kevin. Estuvo tentado de preguntarle que era lo que le pasaba, pero en su cabeza rodó una idea que le hizo saber exactamente porque. Johan estaba furioso porque sabía que era muy difícil que haga bien un caso con un límite de tiempo, más aún, cuando Laura era de las que nunca perdía el tiempo, cosa que él si que hacia. Johan se paro en seco delante de la puerta principal, que estaba acordonada para prohibir el paso a la gente. Kevin freno a tiempo para evitar chocar contra el moreno y luego se coloco a su lado y le miro a los ojos, por un momento creía que estaba llorando, pero se trataba de que la furia había hecho que su cara empezará a crear agua. Ese problema lo compartían todos los que tenían ese don. Laura lo tenía con el fuego, mientras que Johan con el agua. Pero, en cambio a Laura, Johan si le había contado ese poder a Kevin, cosa que Laura no ha hecho y no piensa hacer con Francis y mucho menos con Zack.

-¿Qué le pasa, maestro? – pregunto Kevin esperando que Johan le volviera a gritar que él ahora era su compañero y no su maestro.

Pero eso no paso. Johan se quedo donde estaba, casi no hacia un movimiento y eso empezaba a preocupar a su acompañante. Kevin, por instinto, agarro del brazo a Johan y le atrajo hacia él. Como se temía, Johan se dejo llevar sin ningún movimiento de resistencia. Kevin miro a Johan y este rodó un poco los ojos, mirando hacia la salida, se soltó repentinamente del agarre de Kevin y luego camino hacia la puerta. Había ignorado completamente a su compañero y esto hizo que se preocupara y extrañará aún más. Kevin siguió los pasos de Johan y luego miro al suelo. Había dejado gotitas por donde iba. ¿Cómo pensaba salir así? Puede que la gente a primera vista creyese que se ha puesto perdido de agua, pero los que tenían ese mismo poder o creyesen cosas raras y paranormales, se darían cuenta enseguida de que Johan no era una persona normal y corriente. Kevin corrió y se metió en medio del camino de Johan. Este paro mirando por encima del hombro a Kevin y esto hizo que Kevin cogiera de su bolsillo del pantalón una jeringuilla con un extraño líquido y luego se lo inyecto en la pierna a Johan, quien hizo un grito ahogado para luego caer encima de Kevin, empujándole a caer por las escaleras que había para llegar a la acera. Cayeron rodando y Kevin miro sorprendido a Johan, que se frotaba la cabeza por un golpe que se había dado.

Otro de los defectos del poder, era que, estar muy furioso y muy nervioso a la misma vez, provocaba que la persona se dejará llevar por el instinto. No sé sabe porque. Nadie sabe porque. Tampoco se intenta saber porque. Esas personas creen que es por que el poder tiene vida y cobra esa vida en el cuerpo. Por eso prepararan esas inyecciones especiales, que luego venden disimuladamente en la calle. Las inyecciones eran todo tiempo de tranquilizantes y sedantes, que se debe inyectar a alguien que se deje llevar. Johan había confiado en Kevin para que se lo inyectará, ya que, Johan no podía tener ni un poco de control en su cuerpo cuando ese poder cobra vida, cosa que los demás si pueden hacer.

Johan puede parecer fuerte, valiente y egoísta. Pero eso es una fachada, él ha admitido que es miedoso, tímido y demasiado pesimista. De pequeño llegaron a secuestrarlo por confiarse demasiado. En ese momento, estaba asustado y fuera de sí, provocando que los nervios y la furia creciera dentro de él. El poder cobro vida y ataco sin piedad al secuestrador. Johan consiguió recuperar la conciencia y se encontraba en una habitación que estaba secándose de forma que un tsunami hubiera arrasado. Tuvo que inventarse una excusa al volver a casa y al hablar con la policía. Mintió en decir como escapo, donde le secuestraron y que fue del secuestrador. Ese recuerdo torturaba a Johan por dentro, por eso nunca más salio de casa y mucho menos quería pensar en nada que le pusiera nervioso y controlaba sus rabietas. Pero, no funciono…

Inundo el colegio mientras unos matones le pegaban. Ahogo al hijo de su vecino cuando este le insulto. Pero aún así, tenía amigos, tenía a su familia, creían todas sus excusas y obtuvo su carrera. Lo mejor fue saber que Laura, su compañera en clases, controlaba un poder más temerario; el del fuego. Pero, en cambio, ella era más valiente, gentil y era sincera, se controlaba, recuperaba el poder en su cuerpo y nunca le pasaba nada a nadie. Ella era como los demás, no necesitaban las inyecciones, cosa que Johan sí.

-¡Que golpe!- exclamaba mientras se frotaba el golpe.
-Te ha vuelto a pasar – dijo indiferente Kevin.

Johan dejo de frotarse y miro la cara de seriedad de Kevin. Johan forzó una sonrisa mientras empezaba a llorar.

-Lo siento – se disculpo mientras miraba a el suelo humillado.

La gente de alrededor no entendía nada y pocos renegados miraban la escena que ocurría delante de ellos. Kevin se giro para luego levantarse y darle la espalda a Johan, apretó los puños enfadado y se mordió el labio inferior.

-¡Estoy harto! Una de estas, acabarás por matarme a mí – gruño.
-No puedo evitarlo – seguía disculpándose el moreno.
-¡Si que puedes, solo que no quieres! – exclamo virándose bruscamente.
-A veces parezco yo el crío.
-¡No me cambies de tema! ¡Estoy harto Johan! Ten más cuidado. No te pongas nervioso. No te enfades. ¡¡Y ten más fuerza de voluntad para controlar tu cuerpo contra ese maldito poder inerte!!
-Pero…
-Y dices que eres mejor que Laura – interrumpió para luego reírse – No te lo crees ni tú, Johan.

Johan sentía que se estaba burlando de él. Se sentía frustrado y abandonado. Kevin estaba enfadado consigo mismo por lo que estaba diciendo, pero tenía que hacerlo. Tenía que hacer que se sintiera deprimido para que no recuperara las fuerzas y volviera a descontrolarse. Aunque en realidad alguna de las cosas que decía las pensaba de verdad, las demás, eran pura chorra. Cuando vio que Johan ya estaba bastante triste, sonrío y le ayudo a levantarse del suelo.

-Sabes que no va en serio, maestro – rió divertido.
-Esto me sienta fatal – dijo secándose las lágrimas.
-No sabes como de mal me sienta tener que mentirte así – susurro Kevin.
-Me alegro de que seas mi compañero, Kevin. Eres alguien en el que siempre puedo confiar – tonteo Johan.
-¡Todo por mi maestro! – dijo poniéndose firme y haciendo un saludo militar.

Lágrimas de felicidad asomaban por los ojos de ambos y se sonrieron mutuamente. Era un poco rara esa escena que ellos vivían casi siempre, pero ellos estaban felices y eso es bueno. Solo que a veces hacia que se olvidarán de lo que hacían, cosa que es muy molesta en este momento, cuando están en una apuesta en la que el tiempo no esta a su favor, era una especie de carrera. Esa idea recorrió la cabeza de ambos y abrieron los ojos como platos.

-¡¡La apuesta!! – exclamaron al unísono, corriendo hacia el coche de Johan.

En la acera a unos metros, se encontraba aparcado un Skoda azul brillante. En eso se podía decir que claramente, Laura no le superaba. Johan subió rápidamente, seguido de Kevin, que miro de reojo a Johan. Ahora estaba más calmado y tranquilo, se había olvidado completamente de lo que le estaba pasando antes y eso alegro muchísimo a Kevin. Cuando estuvieron dentro con el cinto puesto y el coche arrancado, se miraron el uno a otro.

-¿Qué íbamos a hacer primero? – pregunto Johan mientras sonreía nervioso.

Kevin se encogió de hombros y Johan se sintió humillado. Tantas prisas y no se acordaba de adonde iban a ir y que iban a hacer. Johan tiro su cabeza contra el volante y la pita sonó tan fuerte que una señora mayor que paso a su lado, se desmayo.

-¡¡¡Oh, dios mío!!! – grito Kevin bajando del coche.

Johan miraba sin creérselo. La señora estaba tirada en el suelo completamente inconciente y Kevin le estaba tomando el pulso completamente fuera de sí.

-¿Se puede saber que has hecho Johan? – le pregunto Kevin atónito.
-Y-y-yo… ¡¡Yo no he sido!!
-Bájate y ayúdame. Hay que llevarla a un hospital.
-Pero… ¿la apuesta?
-¿Piensas dejar a una vieja tirada en la calle?
-No por dios. Alguien se podría tropezar.

Kevin miro asesinamente a Johan y este hizo una mueca de desagradado y salio del coche para caminar hacia donde se encontraban. Johan cogió a la señora por las piernas y Kevin por los brazos. La condujeron hacia el coche y cuando la iban a meter en el asiento trasero…

-¡¡Policía!! ¡¡Policía!! ¡Están secuestrando a esa pobre señora! – gritaba una mujer mientras hacia aspavientos con la manos y señalaba a Johan y Kevin.
-¿Qué nosotros que? – preguntaron al unísono confundidos.

Miraron aterrorizados, como un hombre con pinta de gorila, se acercaba corriendo hacia ellos con una cara de “Te voy a dar una paliza que “sus” vais a enterar”. Estaban tan aterrados que balancearon a la vieja y la tiraron en el asiento. Pero fue tan fuerte que acabo dándose en la nunca contra la ventanilla del lado contrario.

-¡No tan fuerte! – le gruño Kevin a Johan.
-Cállate y sube al coche – bramó mientras daba la vuelta para entrar en el asiento del piloto.

Antes de poder subir, el gorila *tose* el policía le agarro del brazo y lo lanzo hacia atrás, chocando contra un farola (que casualmente) estaba ahí. Johan estaba K.O.

-¡Maestro! – grito como una chica Kevin.
-Tú serás el siguiente – decía el policía.
-¡Espera! – le grito antes de que le agarrara – Me rindo, ponme las esposas.

Kevin se dio la vuelta con las manos juntas, de manera que el policía le puso las esposas mientras sonreía orgulloso. Kevin fue arrastrado por el policía hacia un coche patrulla. Mientras le arrastraba miraba al Johan inconciente y hacia una mueca de desagrado “Tenía que pasar algo como esto”.

***

-¿Por qué queríais secuestrar a esa pobre señora? – pregunto por enésima vez el policía con pinta de gorila.
-¿Me vas a seguir negando que no has ganado el premio del más pesado de esta comisaría? – pregunto por décima vez Johan.
-Johan no estas ayudando – dejo por décimo ahora Kevin.
-Pero…
-Has caso a tu amiguito – intervino el policía.
-¡Se puede saber porque estamos en una sala de interrogatorios y yo con esposas! ¡¡Esposas!! – dijo estirando las manos y señalando con la mirada el metal que atrapaba sus muñecas.

El policía negó la cabeza y miro asesinamente a Johan.

-Escúcheme bien – por primera vez el rostro de Johan se torno verdaderamente serio – Tenemos que encontrar al ladrón de un famoso cuadro de Roma ¿lo ha entendido bien?

El policía asintió un poco desconcertado.

-¡Pues quiteme esta mierda de las manos! – gruño ya fuera de sí.
-No me lo permiten hasta que cuente lo que ha pasado.
-¡¡Yo a ti lo que te voy a explicar es como hacerte callar, animal! – dijo levantándose de la silla y inclinándose sobre la mesa para mirarle a los ojos.
-Permítame explicárselo yo – dijo Kevin poniendo una mano en el hombro de Johan y obligándole a sentarse en la silla.
-“Ayudemos a la vieja” “Ayudemos a la vieja” – mascullo Johan imitando la voz de Kevin.
-Ejem – carraspeo – Nosotros íbamos a ir a buscar pistas para buscar a un ladrón. Bueno, mi maestro se dio contra el volante, tocó la pita y la señora…
-Vieja – interrumpió Johan.
-… se desmayo por el susto – le ignoro Kevin – Y pensemos en llevarla al hospital. Aquella señora…
-Idiota – volvió a interrumpir Johan.
-… se ha confundido – finalizo Kevin mientras aguantaba las ganas de gritar a su maestro y compañero.

Jericó entro en la sala de interrogatorios para sorpresa de Kevin.

-Hola chicos – saludo sonriente.
-¿Te conozco? – dijo frunciendo el ceño Johan.
-Es el que estaba con Laura en el museo – le susurro Kevin.
-Ah – asentía Johan – Sigo sin reconocerte pero sigue a lo tuyo.
-Laura ya he encontrado el cuadro hace tiempo – rió.
-¡¡¡¡¡¡¡¿Qué?!!!!! – exclamaron exhaustos al unísono.
-A veis perdido la apuesta.
- He perdido contra Laura – dijo Johan abatido.
-Pobre señora que tendrá que cobrar menos – susurraba Kevin.
-¿Qué señora? – pregunto Johan girando la cabeza a mirarle con el ceño fruncido.
-La señora Vegelian.
-No la conozco.
-La del museo.
-Nada.
-La del pelo rojo teñido.
-Mmm… Sigo sin conocerla.
-Señora Vegetariana.
-¡¡Ah!! A esa si que la conozco. ¡Que le den! La próxima vez que no apueste. Con esas tonterías.
-Pero confiaba en nosotros.
-Y yo confiaba en mi coche y me ha traicionado.
-¿Traicionado?
-La jodida pita. Y luego cuando la necesitaba es que estaba rota… ¡Malditos mecánicos!

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