Luther observaba a los agentes que vigilaban a todos los reclusos que se encontraban en el largo pasillo, fuera de sus celdas. Vigilaba cada movimiento que ellos hacían, cada gesto, nada se le escapaba. Al principio no creyó que fuera capaz de estar haciéndolo, ya que el mismo había creído que nunca más tendría que hacer algo parecido. Uno de los reclusos empezó a golpear a los demás lleno de ira fingida y llamando al atención de los policías. El plan había comenzado.
-Ahora me toca a mi – dijo mientras veía como el policía sacaba su aparatito eléctrico dispuesto a electrocutar al preso.
Dirigió su mano hacia el aparato y con un chasqueo de dedos, el aparato se electrocuto automáticamente, dirigiéndose hacia el mango, hacia que el agente que lo llevará se electrocutara y cayera totalmente frito al suelo.
-Tsk.
Los reclusos que habían caído se levantaron y se dirigieron al ataque de los policías. Luther se encargaba de descontrolar los aparatos de los guardas. Cuando diviso a uno que se disponía a sacar una pistola, chasqueo los dedos de su mano izquierda y la pistola también emitió una descarga eléctrica al agente. Sonrió socarrón hasta que sintió que alguien le agarraba de los hombros. Le dio la vuelta y lo empujo contra la valla. Luther reconoció de algo al chico pero no sabía de que…
-¿Luther?
Ahora si que se dio cuenta de quien era, aunque al principio no se había fijado, llevaba el uniforme de policía, rondaba los veinte años y tenía el pelo moreno con un peinado extravagante.
-¿Armando? ¿Tú trabajas de guardia en la cárcel?
-¿Qué haces aquí? ¿Qué le ha pasado a Laura? – le decía mientras lo zarandeaba.
-¡Deja de moverme que me vas a tirar!
-¡Responde!
-Ya veo que no te vas por las ramas. Pero, creo que ahora no es el mejor momento. Tus compañeros te necesitan entre tanto alboroto – dijo Luther con una cara de pillín mientras señalaba el lío que había montado en la planta de abajo.
-No me importa. ¿Qué le ha pasado a mi hermana?
-Lo que importa es como es que has perdido esa timidez sobrenatural que tenías encima.
-¡Luther!
-Vale. Vale. Laura esta en el piso, creo que con sus amigos. Yo estoy aquí porque me han tendido una trampa.
-Te noto cambiado.
-Me lo dicen mucho.
-¿Si te tendieron una trampa como es que estás así de tranquilo?
-Tío listo. En eso siempre superabas. Te puedo dar una pista: Me tendieron una trampa que yo sabía que pasaría ¿Contento?
-¿Qué?
-¡Que me aburro!
Luther golpeo a Armando tirándolo al suelo. Cuando este fue a coger el aparato, Luther chasqueo los dedos y otra descarga eléctrica zarandeo al chico, solo que esta fue más débil que las que había hecho antes. Se le quedo mirando un momento, pensando que se parecía bastante a Laura ¡Normal! Si son hermanos que más se puede esperar. Se froto el cuello y volvió a mirar hacia el revuelo que se seguía extendiendo, ya que ahora participaban hasta los presos que no habían entrado en el plan. Aun así, él electrocutaba a cualquier agente que se acercará a alguno de los presos.
Pasaban los minutos y empezaba a estar aburrido de tanto chasquear los dedos, así que probó una innovadora técnica, chasqueo la lengua y la descarga se produjo igual. Al principio le extraño, pero luego se sintió bastante alegre, no todos los días uno consigue hacer cosas que parecían imposibles, aunque, como si no fuera ya imposible hacer lo que hacia.
-¡¡Vámonos!! – chillaban los presos que se apretujaban en las puertas de salida.
Los agentes ya ni sabían que hacer. Algunos seguían en un ridículo intento de impedir la salida de los presos, mientras que otros se dejaban estar, tirados en el suelo mirando al techo sabiendo que habían caído de una forma que a cualquiera le hubiera dado esgrima. Armando no tardo en recuperarse y se apoyo sobre sus codos, observando los alrededores sin saber que hacía allí. Cuando su mirada acabo apuntando a Luther, todo lo que había pasado, llego de nuevo a su cabeza. Luther se giro al notar una voz nerviosa intentando decir algo coherente, y acabo mirando al hermano de Laura. Estaba tan despistado que por un momento la confundió con ella.
-¡Laura!
-¿Qué? – pregunto Armando sin comprender.
Los presos dirigieron la mirada hacia donde estaba Luther y al no poder a Armando, porque estaba en el suelo, chillaron y gritaron de forma escandalosa creyendo que la detective se encontraba dentro de la cárcel.
-¡Laura esta aquí!
-Sálvese quien pueda.
-Yo me vuelvo a mi celda.
-¡Dios, Dios! Que alguien me ayude.
-Ya sufrí sus palizas una vez, ¡no quiero más!
-Juro que yo no he hecho nada.
Los presos corrían despavoridos y Luther miraban aterrado el lío más grande que se había montado por su culpa. Lo que más miedo de la daba, era la reacción que tendrían todos en cuanto se enterarán de que Laura no estaba a allí y fue una equivocación suya. Lo único bueno, era que los policías, al ver a todos los presos aterrados, no se atreverían a negarlo. Luther giro la cabeza al oír pasos tranquilos acercarse hacia él.
Allí estaba, de pie, observándole con una sonrisa de prepotencia y que ocultaba amargura. Luther quería decir algo, pero sus palabras se atascaban en su garganta, y solo conseguía soltar saliva que volvía a tragarse con dificultad. Su mirada se dirigió de reojo hacia el lío que había montado, para luego volver a mirarle. El puño de este acabo golpeándole en la cara y tirándole al suelo, unos centímetros más abajo de donde estaba Armando. Se sintió desfallecer y se froto la nariz, notando algo que se movía de una manera un tanto rara. La sangre empezaba a salir de su nariz como un avión en la pista de aterrizaje.
-Lo has fastidiado todo por ella – gruño antes de que Luther pudiera decir nada.
-Me has roto la nariz – dijo este intentando soportar el dolor.
-Te lo mereces por estar pensando en lo que no debías.
-¡Mira! – Luther se levanto bruscamente, ya harto – Puedes decirme que os ayude a salir de aquí, pero no voy a olvidarme de ella. Y puede jurarte que en cuanto salgamos de aquí, volveré con ella y conseguiremos las pruebas de que me echasteis una trampa.
-Lo dudo. Contratemos a un experto.
-¡Y una mierda!
-Lo siento, pero es así.
-Eres un cabrón.
-Es lo que te estoy enseñando a ser.
-Yo no seré como tú.
-¿Vas a desobedecerme?
-¡No lo dudes!
-¿De verdad?
-¡¡Sí!!
Se acerco a él y luego susurro:
-No te aconsejo que lo hagas. Porque no sería nada bueno que los presos aquí presentes, sepan que has fastidiado su huida hacia la liberta. Mucho menos que le diga a Laura lo que llevas tanto tiempo ocultando, eh.
-Cabrón – murmuro Luther entre dientes.
-Empieza a hacerlo tú también – dijo guiñándole un ojo con sorna.
-Ni en tus mejores sueños me verás siendo alguien tan desgraciado como tú.
-Eso es imposible.
-Nada es imposible – ahora fue él quien le guiño el ojo con sorna.
Luther se giro para revivir otro puñetazo en la cara. Esta vez consiguió evitar la caída, pero la cara ya estaba carmesí con toda la sangre que se había deslizado por su rostro.
-¡Joder! ¿Podrías dejar de pegarme en la cara, coño? – se quejo.
Sus ojos se pusieron en blanco al reconocer al hombre que se situaba delante de él. Su rostro era pálido, sus ojos marrones mostraban amargura, su pelo estaba engominado hacia atrás, con algunos mechones negros fuera de lugar. Luther se quedo quieto, paralizado, sin saber que decir. Aunque por fin abrió la boca para hablar, solo le salieron unas pocas palabras que casi le cuestan una eternidad salir…
-William – balbuceo con problemas.
-¡¿Qué pasa?! – parecía contento - ¿Ya le has jodido la vida a mi hija?
-P-pero yo… yo…
-No digas nada – su rostro se torno enfadado y sádico – Sabía que no podía confiar en ti, maldito desgraciado.
-¡Espera! Yo… yo… - las palabras le costaban a Luther.
-Vaya. El famoso William Tyler – dijo de repente el otro desde atrás – Uno de los mejores policías. Debe de ser cosa de familia viendo a Laura.
El nombrado miro por encima del hombro a Luther y miro a los ojos al mismo demonio en persona.
-Tú eres el famoso asesino Óscar Kior – dijo William sonriendo.
-Me gusta que me llamen Killer si no te importa.
-¿Tú has organizado todo esto?
-Esto lo ha organizado el hombre que tienes delante.
-¡¡Eso es mentira!! – Luther intervino casi ardiendo de ira.
-Eres…
-¡Espera! Te juro que yo… solo…
-¡Has usado a mi hija para quitarte de encima a los presos que te querían atacar!
-¡Escúchame por favor!
-¿Qué te escuche? ¡Eres un ruin miserable!
-¡¡¡Escúchame joder!!!
-No te pienso escuchar maldito.
William golpe en la cabeza a Luther y este cayó al suelo inconciente. Dirigió una mirada hacia Óscar, aunque este solo sonreía divertido y ahogando la risa. Sus miradas se cruzaron y de un momento a otro, los dos se apuntaban con una pistola.
-Vaya. Me encantaría saber de donde has sacado una pistola – dijo William sin dejar de apuntarle.
-Tengo mis ases en la manga.
-Ya lo he notado. ¿Cómo es que han atrapado al gran asesino Killer?
-Me he dejado.
-Se puede saber porque.
-Si no fuera porque te voy a matar, no te lo diría. Te lo explicaré, supe que un tipo que participo en la matanza de mis padres, fue traído hasta esta cárcel, tras ser arrestado. Lamentablemente, llevo cinco meses y aún no sé quien se supone que es.
-¿Y crees que escapando lo descubrirás?
-¡Claro que no! Pero, sé que el primero que vaya de forma individual y sin un compañero, en su intento de escape, será él.
-¿Por qué piensas eso?
-Ese tipo, huyo solo después de la matanza.
-¿Creías que lo volvería a hacer?
-Ajá.
-No seas ridículo Killer. ¿Sabes porque prohibimos a los reporteros, poner a quien habían asesinado, los asesinos de este lugar?
-¿Por…?
-Porque sabíamos que venías tras el asesino de tus padres. Era demasiado fácil imaginar porque Óscar Kior empezó a asesinar. Lo hacías porque tenías que desahogarte y prepararte para matarle.
-Muy listos. Al principio de mi vida de asesino deje muchas pistas fáciles. Pero eso ya no sucede.
-Ya lo sabemos. Por eso hicimos que informarán de que se iba a traer a siete presos nuevos a esta cárcel. Permitimos que dijeran que uno de ellos era participante en la matanza, pero que no dijeran quienes eran los presos, ni mostrarán alguna foto de ellos.
-Ya. Y ahora me dirás que nunca lo trajisteis aquí.
-No te lo diré. Porque si que lo trajimos. Tú tienes muchos contactos que te confirmarían su llegada, así que, al confirmártelo todos, te entregarías, lo matarías, y huirías de forma fácil, como sueles hacer tú.
-Entonces todo esto rollo no ha tenido gracia…
-Si que la tiene. Te contaré un secreto Killer. Solo cuatro personas sabemos esto, ahora seremos cinco, contigo… En cuanto llego el asesino de tus padres, le electrocutemos en la silla eléctrica.
-¡¡¡¿Qué hicisteis que?!!!
-Todo esto era una trampa.
-¡¡Maldito!! Pero, no hace falta que te diga, que ahora que lo sé me puedo largar… ¿eh, tonto?
-No seas ridículo. Te voy a matar, aquí y ahora.
-¿De verdad? Eso ya lo veremos.
-3…
-…2…
-…1…
Los dos hicieron un movimiento brusco de forma simultánea y dispararon único disparo de forma que hiciera efecto la bala. Óscar recibió un disparo en el hombro, mientras que William, lo recibió en el estómago, hacia la cintura.
-Joder. Parece que soy el que a salido mejor parado – dijo Óscar sosteniéndose el hombro.
William estaba en el suelo retorciéndose de dolor. Óscar se acerco, casi a rastras, mientras le apuntaba.
-Dale un recuerdo a mis padres, de mi parte – dijo guiñándole el ojo antes de apretar el gatillo.
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