sábado, 14 de abril de 2012

Capítulo 20 - Cuesta imaginar cuando uno se equivoca.

-A ver si lo he pillado… - murmuró Jericó sentado en la silla de su despacho – Johan y Dylan se han peleado oralmente, cuando estuvieron a punto de pegarse, Laura los separó y se enfadó con ambos. Y dices, que se largó junto con Francis y Zack, llevándose al hermano de Luther… Por si fuera poco, Dylan también se fue sin decir nada.
-Eso mismo – afirmó Kevin mirando de reojo a Johan, que estaba con la mirada perdida en la silla que había su lado.
-¡¿Por qué tontería os habíais peleado?! – gritó William separándose de la pared en la que estaba apoyado y dirigiéndose hacia Johan.
-Por… por una tontería – murmuró Johan sin mirarle a la cara.
-Comisario – Uno de los agentes entró en el despacho con bastante agilidad – La detective Laura Tyler y el agente Dylan Norris no cogen el teléfono. El agente Francis si lo coge, pero dice que no va a traicionar a Laura, porque está bastante estresada.
-¿Y a Zack? – preguntó Zachary con una matiz de preocupación.
-No tenemos su número porque no es un agente reconocido – respondió el agente.
-Da igual. Llámelo usted, Zachary – dijo Jericó llevándose su mano a la cabeza – Esto se nos ha ido a pique.

Zachary salió del despacho con el móvil en la mano. William parecía querer matar a Johan mediante la estrangulación, pero simplemente le mataba con la mirada, aunque este ni siquiera pareciera estar presente en la sala.

-¿Cómo vamos a investigar este caso tan importante sin la mitad de la plantilla? Sólo le recuperamos a usted, Kevin. Pero hemos perdido a Laura, Francis, Dylan y Zack. – concluyó Jericó bastante entristecido.
-Perdone, comisario – dijo Kevin bastante perplejo – Pero yo aún no sé de que va el caso.

Jericó se dio una bofetada a si mismo. Eso ya era un golpe fuerte por parte del inocente chico. La cara de atónito fue suya, cuando Laura entró sola y bastante cabreada a primera vista. Johan pareció salir del shock, pero no fue capaz de decir nada.

-¿Qué…? – William no pudo terminar porque su hija le interrumpió.
-Sólo vengo a decirte que no pienso dejar el caso. Ni yo, ni Francis y mucho menos Zack, que está contento por este caso.

Zachary entró en el despacho, con una gran sonrisa.

-Eso mismo me ha dicho el crío – rió justo cerrando la puerta detrás de él.
-Eso es bueno – Jericó pareció alegrarse claramente – Hemos perdido a Dylan, pero hemos recuperado a Kevin.

Johan pareció sentirse culpable por el hecho de que Dylan dejará el caso, pero no lo demostró en ningún gesto. Laura se dio la vuelta dispuesta a marcharse otra vez, pero se detuvo en el último momento para mirar de reojo a Jericó.

-Vamos a la casa de uno de los organizadores – informó mientras cogía el manillar y abría la puerta.
-¿Y nosotros que haremos, entonces? – murmuró Johan con voz ronca.
-Os esperáis. Luther ya debe estar apuntando la dirección del otro – replicó Laura cerrando la puerta tras si.

Zack y Francis estaban esperando a Laura en su apartamento. Zack estaba viendo la tele, aunque más bien escuchaba las cosas que Jack decía que hacía antes de que le secuestraran. Francis estaba comiendo un bocadillo, porque afirmaba no haber comido en todo el día.

-¿Y dices que tocas la guitarra? – interrogó Zack bastante impresionado.
-Sí. Aunque Luther siempre me recordó que era raro ver a un niño de ocho años tocando la guitarra – dijo el pequeño con una sonrisa nerviosa.
-Ya lo creo que sí – rió Zack mirándole incrédulo.

La puerta se abrió y Laura entró bastante seria.

-Bien. Los cuatro estamos preparados para ir tras ese tío – anunció Laura haciendo una señal para que Francis y Zack se levantarán.
-¿Los cuatro? – Se interesó Francis colocándose bien la pistola - ¿Jack también?
-Claro que no. Él se tendrá que quedar solito aquí ¿no? – miró al pequeño mientras este asentía.
-¿Quién es el cuarto? – preguntó ahora Zack justo cuando salía.


-¡¿Tú no habías dejado el caso, maldito bipolar?! – gritó Francis señalando con un dedo acusador a su hermanastro.

Habían tardado tres horas en llegar a la zona despoblada del bosque donde solo había una pequeña casita que pertenecía a uno de los organizadores. Nada más aparcar, Dylan había salido de entre los árboles. Cosa que cabreó a Francis.

-Me fui. Nunca dije que dejara el caso. ¿Y yo soy bipolar? – preguntó ahora Dylan con un aire distraído.
-Él es el cuarto – aclaró Laura acercándose a Dylan, para que le prestará otra pistola.
-Esta vez, procura tener más cuidado – dijo este justo antes de dar la pistola – Porque esta vez, no podría funcionar.
-Tranquilo. Me fio de ti – dijo Laura.
-¡Pues yo no! ¡Y fíjate, si soy su próximamente hermanastro! – gruñó Francis sin dejar de señalarle.
-Cállate, zumbao. O el pringao ese nos descubrirá – murmuró Zack dándole un codazo – Por cierto, ¿y mi pistola?
-Eres demasiado pequeño para usar una – masculló Dylan.
-Este es el plan. Dylan ya ha visto la casa y ha descubierto que tiene dos puertas. Él y yo entraremos por la principal, tú y Francis entraréis por la trasera, sólo que tú te quedarás por fuera y le pondrás la zancadilla al tipo ese si se llega a escapar de Francis ¿OK? ¡Y lo quiero vivo! – explicó Laura con un último grito hacia Dylan.
-No hay problema – afirmó Dylan justo después de que Francis asintiera.
-Yo quiero hacer más –gruñó Zack.
-Le prometí a tu padre que no te pasaría nada – reclamó Laura con fiereza.

Zack simplemente se calló, pero con mala cara.

Cada uno se dirigió a su posición. Dylan fue el primero en entrar, después de un “piedra, papel, tijera” en el que había salido victorioso. Simplemente la puerta estaba abierta, por lo que no tuvo ningún tipo de problema. Laura entró tras él, con el arma delante, como su compañero de la delantera. Francis entró después. Laura detectó enseguida el movimiento de alguien que corría hacia la posición del novato.

-¡¡Tuyo Francis!! – gritó Laura corriendo tras él.

Francis no tuvo tiempo a reaccionar y chocó contra el hombre, que al ser más grande, lo tiró definitivamente al suelo. Se dio cuenta, con una mirada de reojo, que Zack no había hecho caso a Laura y estaba justo detrás de él.

-¡No! – gritó haciendo un gesto para que se apartara.

Zack no fue lo suficientemente rápido y el hombre lo agarró, lo apuntó con una pistola y lo uso de rehén en el momento en el que Laura y Dylan llegaron a esa habitación.

-¡Dejadme salir o me cargo al chico! – gritó con una malévola sonrisa.
-Suelta al chico – Dylan quiso volver a ser el que llevará la situación.
-No seáis ridículos. Me necesitáis con vida – rió el hombre.

Zack tenía la boca cerrada, pero los ojos cristalinos y clavándose los dientes en el labio inferior, hasta el punto de hacerse sangre. El hombre disparó al techo y los tres agentes tuvieron que salir de la habitación colocándose a ambos lados de la pared.

-Bien. Así me gusta más – volvió a reírse, al mismo tiempo que notaron como abría la puerta.

Laura estuvo a punto de desesperarse, pero el que reaccionó mal fue Dylan que salió de detrás de la pared, apuntando al hombre con la pistola, pero con Zack de por medio.

-¡He dicho que sueltes al crío! – gritó Dylan.
-¡Dylan! Tus poderes no funcionan. Déjalo – masculló Laura mientras Francis se asombraba.
-¡No! ¡¡Suelta al chico!! ¡Ya! – volvió a gritar – O…

Antes de que pudiera terminar la frase, el hombre le disparó.

-¡¡¡Dylan!!!

Dylan primero soltó la pistola y luego cayó de rodillas. Le había dado justo en el vientre. Intentó taparse la herida, pero se derrumbó finalmente en el suelo. A Francis casi le da un ataque, mientras que Laura se golpeó la cabeza contra la pared, al punto de intentar romperse la cabeza y aguantar las lágrimas.

Y en ese justo instante, Zack desapareció de entre los brazos del hombre, para aparecer al lado de Francis. Aunque Laura estaba sorprendida, salió de detrás de la pared y disparó al hombre tres veces: dos en la cabeza y otra en el corazón. Este cayó al suelo enseguida.

-¡¡Llamad a una ambulancia, ya!! – gritó Laura tirándose al lado de Dylan para intentar taponarle la herida.

Francis estaba en shock y pareció no poder moverse. Zack tentaba su móvil: el miedo, la tristeza y el desconcierto le hacían tener temblores. Pero cogió el móvil y consiguió llamar a la ambulancia.

-¡Primero mi padre! ¡Ahora tú! ¡¡No pienso dejar que te mueras!! – volvió a gritar Laura -¡Zack, tapónale la herida! Yo tengo que mantenerlo consciente.

Zack se acercó e hizo lo mismo que Laura hacia segundos antes. Ella intentaba hacerlo reaccionar, pero simple y llanamente tenía la mirada perdida. Pero un gemido de dolor salió de sus labios, al tiempo en que comenzaba a tener  una hemorragia más grave en el lugar donde había recibido el balazo.

-Dije que no iba a quedarme de brazos cruzados – Johan entró por la puerta trasera junto con Kevin - ¡¿Qué coño…?!
-¡Ayúdame, imbécil! – gruñó Laura.

Johan se agachó y le elevó la cabeza, para que Dylan escupiera la sangre antes de que se ahogara con ella. Kevin ayudó a Zack a taponarle la herida.

Minutos después llegó la ambulancia, por una llegada más tardía de Jericó y los agentes, incluyendo a Zachary y William. También llegaron varias ambulancias más, que los atendían a todos. Laura y Johan estaban sentados en el interior de una, mirando al exterior.

-Creía que podía hacerlo todo. Se equivocó – murmuró Laura observando como intentaban recuperar a Francis de su trance.
-Si me hubieras dado tiempo a llegar… - intervino Johan.
-Y tú también te crees que puedes hacerlo todo – le cortó Laura – No entiendo porque le tocó a él recibir un balazo.
-No digo que se lo mereciera, pero debió cerrar la boca cuando debía, y haberse apartado de ti cuando se lo dije – cargó Johan.
-¿Por qué no me dejas en paz, Johan? Hazme un favor y déjame. Haré lo que me salga de las narices y tú no me lo vas a impedir. Así que, lárgate y preocúpate cuando te debas preocupar.
-Lo he hecho – contestó Johan mostrándole una carpeta que tenía en la mano – He investigado a Dylan. No me mires así. Tenía que comprobar si tenía un problema mental que explicará su actitud.
-¿Y qué has encontrado?
-Dylan me había dicho que habían asesinado a su madre, pero el caso se había cerrado como un suicidio. Busque en especial el motivo principal por el que ella decidiera suicidarse: dos días antes habían matado a su hijo, el hermano mayor de Dylan, en un atraco a un banco.
-¿Por qué querría pensar que su madre fue asesinada?
-No sé. Pero yo tampoco entiendo porque se suicidaría; aún le quedaba un niño pequeño de nueve años al que cuidar y su marido. ¿Por qué suicidarse y dejar solo a ambos?
-¿Has investigado el atraco?
-Claro. El banco se dividía en cinco sectores: A, B, C, D y E. En cada sector se encuentran unos cien clientes y todo su dinero. Se robó todo el dinero del sector D menos, casualmente, la de la familia Norris.
-¿Eso no levantó sospechas?
-Sólo en un principio. Pero al perder un hijo en el atraco se les declararon intocables.
-Vaya…
-Mira Laura. Creo que Dylan tiene un problema psicológico causado por este trauma durante su infancia. Aún nos quedan semanas antes del complot y creo que deberíamos comprobar si Dylan tenía razón. Porque por mucho que le hayan disparado, dudo que eso provoque que deje de comportarse como lo está haciendo. Es decir, saliendo a tomar la situación como si fuera capturar una cucaracha.
-Tú no has visto lo que es ver como recibe un balazo uno de tus compañeros. Pero claro que pienso comprobar si Dylan tenía razón. Por cierto, Zachary me ha dicho que será mejor que Zack no venga con nosotros durante cierto tiempo.
-¿Cómo pudiste permitir que el chico entrará con vosotros?
-¡Se coló! Le obligué a quedarse fuera, para que le hiciera una zancadilla al tipo si llegaba a escaparse de Francis.
-Es verdad – Zack entró en la ambulancia y parecía estar temblando – Si no hubiera entrado… Dylan estaría bien. Pero, no comprendo cómo aparecí a vuestro lado.
-Dylan puede teletransportar a la gente. Aunque no sabe usarlo bien – explicó Laura.
-Es decir, pese a recibir un balazo consiguió rescatar a Zack – intentó aclararse Johan.
-Exacto – afirmó Laura.
-Lo siento – Zack se llevó las manos a ambos lado de la cabeza mientras comenzaba a llorar en silencio.
-No pasa nada. Dylan seguro que sobrevive – lo tranquilizó Laura mientras le abrazaba en un intento de consolarle, como le había enseñado el propio Dylan – Pero si queremos ayudarle realmente, debemos investigar qué pasó con su familia. Y empezaremos por el atraco.


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